LA OTRA HISTORIA
No, no vamos a
referirnos al librito, por su pequeño formato, de Alejandro Carrión Aguirre,
publicado hacia 1978, de similar título al de este escrito, en el que a través de un conjunto de ensayos
un tanto novelados recoge y revela episodios desconocidos o asuntos
controversiales de la historia nacional y regional, es decir, “la otra
historia”, cuyo volumen de nuestra
propiedad fue acaso olvidado en manos de
algún estudiante de la Carrera de
Historia y Geografía. Evoco ahora lecturas ya un tanto difuminadas en la
memoria del viejo profesor jubilado que persiste en la necesidad de repensar y
reflexionar en variados asuntos de la historia de la patria grande y en la del
terruño, tópicos manidos por la denominada “historia oficial”, validez de esta
denominación discutida últimamente por Julio Carpio V. y que, pese a su opinión,
está presente en nuestra cotidianidad académica,
consagrada por el peso de los programas oficiales, en el campo educativo,
avalada por la “autoridad” de determinados historiógrafos, presente en los
imaginarios que conforman y consolidan nuestra existencia como país. A esta
historia oficial, acaso podríamos también motejarla de cotidiana, vamos a tratar de contraponer la “otra
historia”, fundamentándonos en “La historia del Tahuantinsuyo”-1992- de
María Rostworoswski de Diez Canseco, el Diccionario Kichua-Castellano de Glauco
Torres Fernàndez de Còrdova y La identidad del pueblo Cañar. De-construcciòn de
una nación étnica-2003- de Hugo Burgos Guevara, como primera entrega de un grupo de
reflexiones que pensamos realizar sobre este asunto.
El arte de escribir
la historia se fundamenta en las
fuentes, que pueden ser de diversa
naturaleza: la tradición oral, fuentes monumentales, fotográficas, en fin; a la postre, las fuentes escritas terminan por
ser las que mayor confianza inspiran y, en
consecuencia, las más utilizadas. Suelen
ser clasificadas en primarias o
documentales y en secundarias o bibliográficas, ambas sujetas a un riguroso
proceso de evaluación, contrastación y otros procesos a fin de confirmar su
validez, que en último término, conformará el corpus histórico consagrado con el paso del
tiempo en lo que hemos denominado con anterioridad la historia oficial. Sin
embargo, a veces nos salta por ahí una, permítasenos el término, “sorpresiva
liebre historiográfica”, fundamentada en la lectura e interpretación de otras
fuentes, que desequilibra y tambalea el añoso corpus de nuestros supuestos bien
cimentados conocimientos, precipitándonos al abismo de la “cochina duda” y
acaso a la constitución de “otra historia”.
Algo de esto ronda
desde hace algún tiempo por nuestras inquietudes historiográficas en torno a
ciertos tópicos de nuestra historia regional, relacionados con la ubicación de la urbe
prehispánica, sus denominaciones, el o los nombres de sus primeros pobladores,
en fin, asuntos que serán mejor conocidos por nuestros lectores conforme
desarrollemos esta exposición.
Juan Cordero
Iñiguez en “Historia de la Región Austral del Ecuador desde su poblamiento hasta el
siglo XVI”-2007- realiza una acertada síntesis e interpretación de todo o
casi de todo lo que se ha escrito sobre
Cuenca y la Región Austral. Por cierto, la obra abarca tres volúmenes: Tiempos
indígenas o los sigsales -primera parte-; El Imperio Andino del Sol en el Sur
ecuatoriano, conquista y dominación incásicas –segunda parte-; e Historia de Cuenca y su Región. Siglo XVI.
Choques y reajustes culturales –tercera parte-.
En la segunda parte, bajo el subtítulo “Conquista del Chinchaysuyo”
enfoca el avance de los Incas al norte de Sudamérica y concretamente sobre la Región
Austral del actual Ecuador; en la parte pertinente escribe: “Casi todos los
cronistas, informantes e historiadores coinciden en que fue Túpac Yupanqui
quien fundó la ciudad de Tomebamba en el antiguo sitio donde estaba ubicada
Guapdondèlig o Guap Ton Telè (según el padre Miguel T. Durán). Los dos nombres
significan lo mismo: llano grande o espacioso como el cielo”-El Imperio Andino del sol en el sur
ecuatoriano. Conquista y dominaciòn incaicas, pàg.42-
Es esta la versión
generalmente aceptada por quienes han estudiado y por los que enseñan la historia de este período de nuestro
pasado nacional y comarcano, es decir, lo que podría denominarse la historia oficial; sin embargo, en 1993, en
uno de nuestros viajes al norte del Perú, en compañía de los estudiantes de la
Carrera de Historia y Geografía, a fin de visitar los museos y sitios
arqueológicos de moches y chimús, relacionados con nuestros pueblos
ancestrales, en Chiclayo, adquirimos la “Historia del Tahuantinsuyo” de María Rostworoswski de Diez
Canseco, una de las historiadoras de mayor autoridad y prestigio del vecino
país, quien en la indicada obra y bajo el subtítulo de Otras conquistas de Túpac Yupanqui enfoca el hecho de la conquista de Chinchaysuyo de la
siguiente manera: “Después de lograr una victoria sobre estas etnias –cañaris y
quitus- descansó Tupac en Quito y ordenó poblar la región con numerosos mitmaq, es decir de
gente traspuesta de otras regiones, para que edificaran una ciudad. Antes de
partir dejó como gobernador a un anciano Orejón llamado Chalco Mayta, con
licencia de ser llevado en andas y la obligación de enviarle cada luna un
mensajero con noticias sobre Quito (Cieza de León. Señorìo.caps LVI y LVL).
Posteriormente, el Inca pasó a un lugar llamado SURAMPALLI –mayúsculas
nuestras- donde ordenó se edificaran
unas estructuras que se denominaron posteriormente Tumipampa, nombre de una de
las panaca reales” (Rostworowski. 1983:
141) –pág. 113- .
En esta misma obra,
bajo el subtítulo de Conquistas de Huayna
Capac, en la página 119, nos relata lo siguiente: “Para Cieza de León,
después de lograr la paz en Chachapoyas, Huayna Capac continuó hacia el norte e
hizo una entrada a la selva contra los bracamoros (cap. LXIV) pero por ser un
lugar inhóspito poblado de gente bárbara decidió retirarse. Mientras tanto,
Huayna Capac llegó a Surampalli, en tierra cañar, donde “se holgó en extremo”;
es posible que durante esta estadía ordenase el cambio de nombre al lugar de su
nacimiento, dándole el nombre de su panaca: TUMIPAMPA (Rostworowski. 1983)
De lo expuesto
hasta ahora se desprenden dos retos
investigativos: una relectura rigurosa de la obra de Cieza de León,
especialmente de la segunda parte,
fuente de la Sra. Rostworowski, y de cronistas afines en búsqueda del
ignoto Surampalli; y una profundización en el tema de las panacas reales incásicas
y su relación con la etimología de Tomebamba.
Surampalli debía
estar asentado en tierras cañaris, pueblo que según Torres Fernàndez de Còrdova
se denominaba a sì mismo como SITUMA: “reino preincàsico que habitò en las
provincas de Azuay y Cañar y parte de las provincias de Loja, Guayas, EL Oro y
Morona Santiago. A esta nación se dio por llamar Kañari, voz que es claramente
kichua, no asì Situma, nombre con el que los habitantes de esta comarca lo
conocían antes de la invasiòn inka, nos manifesta Alonso Castro de Lovaina”-
Diccionario Kichua-Castellano, Yurakshimi-Runashimi,pàg. 250-.
Mas, Encalada
Vàsquez piensa que “situma parece claramente una composición quichua, donde es
visible el elemento uma, que significa cabeza”- pàg. 28 de Antroponìma de
origen no hispánico en el Austro Ecuatoriano, 2014-. Cordero Iñiguez, en su
obra citada anteriormente, incorpora el tèrmino situma “con el que pudo haberse
llamado a los cañaris antes de esta denominación dada por los incas, según la
autorizada opinión de Glauco Torres…”Tiempos
indígenas o los sigsales-pàg. 168-.
Al respecto, Burgos
Guevara dice “Pero es un hecho irrefutable que se està cuestionando el origen
de la identidad “cañari” pre-incàsica desde sus orígenes. Primeramente, y
siguiendo a una autoridad en la materia, desde su nombre: cañari està siendo
discutido. Cuando todos los cronistas afirman de la existencia de un pueblo
“cañari”, el padre Màximo Glauco Torres Fenàndez de Còrdova, una eminencia
americana en lingûistica quechua, presenta la excepción a la regla, mostrando
al cronista Alonso Castro de Lovaina, quien en 1582, y refriéndose a los
cañaris habrìa escrito una crónica sobre ellos, bajo el título “Gobierno de los situmas antes de los
señores yngas comenzasen a reinar y trata quienes fueron y mandaron en aqueste
valle”(Torrres 1982: 250; citado por Hirschknd, 1995; también, comunicación
personal del autor). El padre Màximo G.
Torres no ha dado a publicidad las 50 ò 60 pàginas de esta crónica encontrada
en la catedral de Trujillo, Peru. Los especialistas se quedarìan perplejos (y
mucho màs la sociedad) si es que el gentilicio situma pudiera ser confirmado como el apelativo orginario de los
cañaris pre-incas. Por un cambio fonético de la “t” en “d”, dice el lingüista,
obtendríamos duma en vez de tuma, y encontraríamos un ejemplo, el
origen del clásico linaje cañari “Duma”(un cacique del Sigsig), testigo que fue
de la fundación española de Tomebamba); igual su toponimia Dumapara, etc. que constan
como tambos y aposentos reales en la vecindad geográfica de Tomebamba-inca”-
pàg. 14-. Asì las cosas encontramos que hay mucha tela para cortar sobre esto
de la otra historia por lo que esperamos escribir una segunda entrega sobre el
asunto.
Marzo 30 de 2015.
Breves acotaciones en torno a Dumapara, ¿ciudad cañari?... 1
Queda aún por
confirmar la denominación de Surampalli, acaso en lugar de Guapdondèlig, dada por Cieza de León, según la Sra.
Rostworowski, a la región cañari en la cual mando Tupac Yupanqui levantar unos aposentos que luego pasaron a
llamarse Tomebamba; sobre este último, el inca Garcilaso de la Vega, citado por
Octavio Cordero Palacios, afirma lo siguiente: “A la descendencia de Huayna
Càpac llaman Tumipampa, por una fiesta solemnísima que Huayna Càpac hizo al Sol
en aquel Campo, que está en la provincia de los Cañaris, donde había Palacios
Reales y Depósitos para la gente de guerra y Casa de Escogidas (Vírgenes del
Sol) y Templo del Sol, todo tan principal y aventajado y tan lleno de riquezas
y bastimento, como donde más aventajado lo había, como la refiere Pedro de
Cieza, con todo el encarecimiento que puede, Capítulo cuarenta y cuatro, y por
parecerle que todavía se había acortado,
acaba diciendo: En fin, no puedo decir tanto, que no quede corto, en
querer engrandecer las riquezas que los ingas tenían en estos sus Palacios
Reales, &. La memoria de aquella fiesta tan solemne quiso Huayna Càpac que
se conservase en el nombre y apellido de su descendencia, que es Tumipampa.
IX.XL”- Octavio Cordero Palacios, El Quichua y el Cañari, pàg. 58, 1981- Con lo
que se vendría al suelo también aquella interpretación supuestamente
etimológica de “la llanura de los cuchillos” o pampa de los tumis.
Dejemos por ahora lo
de Surampalli y Tomebamba a fin
concentrarnos en algunos aspectos
en torno a los cañaris –kañaris según Idrovo Urigûen- o situmas, que tuvieron
como gobernante, en tiempos de la fundación castellana de Cuenca, entre
otros, a “Duma (un cacique de Sigsig) testigo que fue
de la fundación española de Tomebamba”- La
identidad del pueblo Cañari, pàg.14. 2003- ; al respecto, queremos pensar que esta expresión es una
especie de metáfora o algo por el estilo,
utilizada por Burgos Guevara para referirse a la presencia del indicado
curaca en la fundación castellana de Cuenca, puesto que al escribir sobre
historia hay que ser muy cuidadosos y
precisos en las referencias, ya que no quisiera,
ni de broma, encontrarme por ahí con alguien que sostenga que “Tomebamba fue fundada por los
españoles”, porque así lo dice Hugo Burgos, ubicándonos de pronto en el
plano de otra historia!.
De Duma, al
parecer, se derivó el topónimo Dumapara, que “consta(n) como tambos y aposentos reales en la vecindad
geográfica de Tomebamba-inca”, según Burgos. Ahora bien, Tomebamba ¿fue una
“ciudad” o una “provincia” inca que se impuso por conquista al pueblo cañari?
Luis Espinoza E., con acierto, se pronuncia por la segunda opción y ha logrado identificar en ella cuatro núcleos
poblacionales, quizás preexistentes a la presencia inca: Hatun-Cañar,
Pumapungo, Molleturo y Cañaribamba –Tomebamba
la provincia inca, 2010-, mientras Burgos Guevara indica que “Los cronistas
nos dicen que el pueblo cañari de la antigüedad basaba su territorialidad y
cultura en tres epicentros: Hatun-cañar, Tomebamba y Cañaribamba”-pàg. 14-Mas,
para nuestros fines no es suficiente señalar uno o más núcleos territoriales y
culturales, sino que es necesario vincular a la sociedad cañari con un ámbito
más amplio, relacionándola con la
estructura geográfica que la sustenta a fin de lograr una síntesis
dialéctica entre lo diacrónico y lo
sincrònico de este pueblo, en consideración de los fenómenos sociales en su dimensión temporo-espacial que rebase una visión coyuntural a fin de insertar el análisis, la explicación
y comprensión de su sociedad en la
proyección de la larga duración temporal y la amplitud geográfica regional.
Una región “está
constituida más allá de las homogeneidades que presenta el espacio físico que la limita, puesto que se trata de una
construcción en el tiempo, cuya dinámica moviliza factores que van desde lo
económico hasta lo cultural” –Historia de
una región formada en el Austro del Ecuador y sus conexiones con el norte el
Perú, Jaime Idrovo U.-Dominique Gomis S., pàg. 11, 2009-; es, como anotan
los autores de nuestra referencia, un
corpus social que puede aglutinar los territorios más diversos desde un punto
de vista geográfico, a fin de sincretizar en análisis e interpretaciones de
carácter geohistòrico –tiempo y espacio-
las diversas realidades de las sociedades humanas del pasado o el
presente. Desde este punto de vista nos parece legítimo hablar de la región de los Pueblos
Cañaris en el Austro Ecuatoriano, cuya presencia ha sido señalada por
Espinoza y Burgos como hemos visto con anterioridad. Sin embargo, pensamos que
el cuarto cuerpo social, en el caso de Espinoza, tercero de Burgos,
-Cañaribamba- queda limitado al
subtropical valle de Yunguilla y sus anexos occidentales, por lo menos así
piensa Cordero Palacios, quien al referirse brevemente a las relaciones
geográficas de 1582, enviadas por el corregidor Antonio Bello Gayoso al Virrey
del Perú, dice: “El Padre Juan Gómez,
por lo que hacía a Cañaribamba –hoy El Pucará, Chahuarurcu, El Pasaje y
Machala- dijo: Y en cuanto al lenguaje que hablan, que se dice Cañar, es toda una, aunque diferencia este
pueblo de los demás pueblos Cañares en algunos vocablos, empero todos se
entienden sin que haya otro lengua entre ellos”-Octavio Cordero Palacios, El quichua y el Cañari, pàg. 18, 1981-.
Hay más, la crónica que se dice ha sido escrita por Alonso Castro de Lovaina en
1582 se titula “Gobierno de los situmas antes de los señores yngas comenzasen a
reinar y trata quienes fueron y mandaron en aqueste valle”, debe entenderse, en
el valle de Cañaribamba, del que Torres Fernández de Córdova anota:
Kañaripanpa.s. top. Nombre kichua del gran centro situma cerca de la cabecera
cantonal de Santa Isabel-pàg. 136.1982-, denominado en lengua situma
Ganielbamba.
Con esta visión
sobre Cañaribamba se reduce notablemente el ámbito de la presencia cañari en la
hoya del río Jubones pues margina una extensa zona, ubicada al Oriente del
valle de Yunguilla –Cañaribamba- , que
se extiende en torno al río León y sus tributarios, en la que se encuentran numerosos vestigios
arqueológicos aún no bien estudiados y en franco proceso de deterioro por la
acción del medioambiente y la mano humana. A 8 kilómetros al Sur de la cabecera
cantonal de Nabòn, en la confluencia de los ríos León y Charcay o Challcay se asientan las casi míticas ruinas de
Dumapara, cuya presencia fue dada a conocer por don Francisco Talbot hacia los
años 20 del pasado siglo; como hipótesis proponemos que Dumapara puede
constituir un núcleo geohistòrico que se sumaría a los ya indicados por
Espinoza, en un caso, o por Burgos, en otro, para perfilar con mayor precisión
la presencia del o de los pueblos
cañaris en la hoya del río Jubones y en la región Austral del Ecuador. La zona
cañari de Dumapara gira en torno al eje hidrográfico del río León, cuyas
fuentes se encuentran en el nudo Portete-Tinajillas, que cierran por el Norte
la hoya, desde donde avanza al Suroccidente para unirse con el Rircay, en las
inmediaciones de Cañaribamba, para formar el Jubones que desagua en el
Pacífico; por la orilla izquierda el río León tiene como tributarios a los ríos
Oña y Uchucay, entro otros, vínculos
geográficos y culturales con Saraguro, hasta donde podría avanzar la influencia
cañari, cuyo extremo Occidental lo encontramos en Yacuviñay, en las cercanías
de Zaruma, referencias que nos permiten un amplio esbozo de lo que podríamos
denominar Dumapara Cañari, cuya precisión geográfica podría efectuarse acaso en una tercera entrega de estos apuntes de aportes para la historia
prehispánica.
Francisco Talbot en
la segunda década del siglo pasado cree haber encontrado en Dumapara una
extensa y populosa ciudad: “Una hora de recorrer ligeramente a caballo las
principales ruinas de aquellos que al
parecer fueron soberbios edificios, cuyas paredes se levantan todavía a un
metro sesenta centímetros de altura, y se viene al convencimiento de que
aquellas son restos de una gran ciudad perdida en la noche de los tiempos” –Francisco Talbot, Las ruinas de Duma-para, la
Unión Literaria, pàg. 318-. Y la describe: “Entre estas preciosas y
sagradas ruinas, lo que más asombra es una enorme gradería en una colina
semicircular con un pequeño montículo al frente, y entre éste y aquella, una
hermosa planicie al abrigo del viento, de ciento sesenta y cinco metros de
diámetro, como que sirviera de plazoleta de ese famoso coliseo que atestigua la
existencia de un pueblo culto y de refina civilización. No será exagerado
calcular que allí se congregaban en las fiestas, cómodamente para presenciar los espectáculos,
más de cinco mil personas”. La población urbana de la ciudad de Duma-para,
dice, pudo fluctuar entre cincuenta y sesenta mil habitantes; y la rural en
ciento cincuenta mil, dado el sinnúmero de ruinas enormes que se encuentran a
cada paso, en unos tres kilómetros de radio, siendo la más compacta la
comprendida en el arco que va del noreste al sur, principiando en Anculoma.
Realiza una
detallada descripción, dimensiones incluidas, de la colina escalonada, a la que
denomina coliseo, de cuatro monumentales edificios y otras dependencias de la
magnífica ciudad y anota: “Muy cerca de esta pequeña ruina se observan
vestigios de otras mayores y que han sido destruidas por la ignorancia; pues, a
principios de este siglo, Doroteo Quezada, utilizó las piedras de estos
sagrados muros para levantar cercas divisorias. Así es como desaparece la clave
de la prehistoria patria; así es como a los historiadores se les obliga a
fantasear en las nebulosidades del pasado y a deducir caprichosas consecuencias.
Ah, la ignorancia!-Ídem-
Breves acotaciones en torno a Dumapara, ¿ciudad cañari?... 2
Dumapara está
situada : “ tres kilómetros más o menos, al norte del pueblo de Cochapata y a
las faldas de una colina denominada actualmente Totorillas, cuya mayor altura
es de 2.760 metros sobre el nivel del
mar, se levantan con dirección al sur y desafiando al tiempo y al olvido, las
grandes ruinas de Duma-para, en una extensa planicie que gradualmente desciende
hasta la profunda y estrecha quebrada de Rafqui, cruzada por el camino de
Cuenca a Loja” –Francisco Talbot, en Octavio Sarmiento A. Cuenca y yo, IV, s/f-, y a ocho kilómetros al Sur de la cabecera cantonal de Nabòn. El camino de
Cuenca a Loja al que se refiere Talbot es el colonial Camino Real trazado con
ligeras variantes sobre el incásico Capagñan; al Occidente de las ruinas se
encuentra el Pueblo de Tamboviejo, antiguo tambo de Casacono que hacia 1618
fuera reubicado al Norte en Nabùn, hoy Nabòn-
Manuel Carrasco V. Nabuenpata,
Nabùn, Nabòn, 2007- . Al parecer en el siglo XVI la zona ubicada en el
vértice de los ríos León y Chalcay era conocida como Casacono – Casacuna: estar
helando, Luis Cordero C. Diccionario
Quichua-Español. Español-Quichua, 1968-; según el lingüista Francisco
Lojano, Casacono significaría la zona de
transición entre las frías tierras de Nabòn y las cálidas de la “caldera o hoyada de Uduzhapa”, como denominaban en la
colonia a esta última, situada entre los tambos de Casacono y Oña, en donde Talbot ubicara en 1921 en la loma llamada Ingapirca, entre
muchas ruinas, dos preciosos edificios
incásicos, como para reafirmar la importancia histórica de Dumapara, enmarcada
en la subregión de Casacono, cuyo nombre
se ha perdido para la historia.
Cabe indicar que
estudios realizados por Antonio Fresco y Jaime Idrovo confieren a Dumapara el
carácter de tambo incásico como parte del Capagñan, al que también se ha
referido Guamán Poma de Ayala con el nombre de Casacuna o Casacono- La red vial incásica en la región sur del
Ecuador, Anne Marie Hocquenghem, 2009-; sin embargo, en nuestras
referencias documentales hemos encontrado lo siguiente en alusión al tambo colonial de Casacono: “Xavier Quiroga, testigo en el expediente
promovido por Francisco Tapia contra
Sebastián Serrano y Argudo por los linderos entre Tambo Viejo y Dumapara
(1826), dijo “que sabe el declarante de
que el camino real antiguo fue por el centro de Tambo Viejo y que pasaba por
delante de la casa del finado Basilio Salazar y caminando una poca distancia
para atrás, estaba la casa del tambo que servía para hospicio de todos los
caminantes para la ciudad de Loxa y otros lugares”- Expediente promovido por Francisco Tapia contra Sebastián Serrano y
Argudo por linderos entre Tambo Viejo y Dumapara, 1826. A/M.C.V. Conviene
decir que Tamboviejo se encuentra diagonal a Dumapara, unos pocos kilómetros
hacia el Occidente.
La primera
referencia documental que hemos encontrado sobre la zona consta de una merced de tierras que el cabildo de
Cuenca hace el 5 de mayo de 1572 a
Antonio de Sanmartín, , de “cincuenta 8
quadras de tierra para sembrar entre
Maribiña y Casacona en un lugar llamado Nabuenpata, en unos paredones del Inga,
subidos los escalones del río de Casacono yendo a Loxa, a mano izquierda” - Merced de Tierras hecha a Antonio de San
Martín, V-5-1572 A/M.C.V- Este
trecho del Camino Real partía de “los
Tambos Reales”, hoy Pumapungo, hacia el Sur, por la actual avenida Huayna
Càpac, el puente Ingachaca-Vergel- rumbo a Loja; el primer tambo documentado es
el de Maribiña o Mariviña, cerca de Jima, segundo el de Casacono y tercero el
de Oña. Ahora bien, este Nabuenpata podría ser la actual Dumapara y el río Casacono el León; si viajamos de Norte a Sur, a mano izquierda
del río León están los paredones del Inga, es decir, Dumapara.; hacia 1708 en
una composición de tierras que hiciera el Depositario General de Cuenca, don
Pedro Coronel del Mora, al señalar los linderos del hato de El Paso indica que
en él caben “tres queseras llamadas Charqui, la una, la otra Dumapara y la otra
Zhingata”-Manuel Carrasco V. El Paso: una
hacienda tradicional en la Sierra Centro-Sur del Ecuador, 1998-.Es esta la primera referencia documental que hemos
encontrado sobre Dumapara, acaso denominada anteriormente como Nabuenpata, en
la subregión de Casacono.
En síntesis, hemos
comentado la posesión de Espinoza sobre los territorios de la provincia
incàsica de Tomebamba, levantada acaso sobre una situación cultural y
territorial preexistente entre los Cañaris: Hatun-Cañar, Pumapungo, Molleturo y
Cañaribamba, mientras que Burgos Guevara, basado en cronistas señala:
Hatun-Cañar, Tomebamba y Cañaribamba. Nuestra reflexión va en el sentido de que
Cañaribamba, situada al Suroccidente de la provincia del Azuay, tiene como
centro el valle de Yunguilla y los territorios occidentales hasta el Oro, por
lo que queda un vasto territorio presumiblemente cañari en torno a la subcuenca
del rìo Leòn y sus afluentes cuyo centro podría girar en torno a Dumapara,
sea una ciudad, como plantea don
Francisco Talbot o un tambo incàsico, como quieren Fresco e Idrovo Urìgûen
porque abarca una extensa zona arqueológica e histórica aùn no bien explorada y
conocida en la que habrìa mucho que investigar. Para comenzar, Talbot se
plantea: “¿Ciudad? En què tiempo fue construida? Cuàl la nación que la
construyò? Cuàl el nombre y la
civilización que tenìan sus moradores? Fue anterior a la conquista de los
incas? Qué hicieron los incas con ella? La edificaron ellos? Y entonces, por
què no ha quedado siquiera la tradición? Si construida por los incas, y
llegados inmediatamente los españoles, dònde las crònicas sobre esa gran
ciudad?.
Y ahì està
Dumapara, prácticamente un topónimo màs del cantòn Nabòn por que acaso fueron
proféticas las palabras que escribió Talbot como epìlogo de su artículo: “Porque
nada se ha de hacer ni conseguir, creo inútil recomendar al Gobierno y a las
sociedades cientìficas, la conservación y el estudio de esa ruinas. Por eso no
lo hago”.
¿CAÑARIS O SITUMAS?
Segùn la hipótesis de Glauco Torres Fernàndez de Còrdova la denominación
arcaica fue Si-Duma, pero como las lenguas aborígenes no tienen “d” por
facilidad los cronistas la escribieron con ”t”, por tanto escribieron situma en
lugar de siduma; si quiere decir luna, según Calancha y duma, dominio de, lo
que vendría a ser dominio de la Luna, es decir, un pueblo que adoraba a la
luna, como lo han señalado algunos investigadores. ¿Cuando y còmo se cambiò de
situma a cañari?.. La hipótesis trata de explicar, cuando Huayna Càpac arriba a las tierras de
Hatun-Cañar ante lo gélido de la temperatura exclama: cañari, que podría decir,
en esta tierra hace un frio que quema; según Gonzales Holguin en el quichua
peruano quemar campos o prender fuego se
decía canarini, mas como aquí se utiliza la ñ se conforma el verbo reflexivo
cañarini , con el que se habrìa apodado al pueblo en donde hacia un
frìo que quema, siendo èsta una propuesta lingûìstica vàlida.
Luego, hay otras
interpretaciones: cañaris, utilizaban los incas para referirse a guardias; conformaron las huèstes de Huàscar; fueron con Tùpac Yupanqui y luego con Huayna Càpac, mitimaes llevados a diversas regiones del Perù. En una visita
a Cajamarca conocimos la comunidad de Porcòn, que, según el
guía turístico, descendían de los mitmas cañaris encabezados por el
curaca homònimo. Los cañaris fueron ubicados por Huayna Càpac en el Cusco en el
valle de Yucay y otros lugares como grupos domésticos.-Ver, Hugo Burgos G,
2003-
Cuenca, 27-o4-2015
Nota: Artìculos que
fueron publicados en diario El Telègrafo como colaboración del autor con
Càtedra Abierta Historia de Cuenca y su Regiòn.
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