miércoles, 28 de noviembre de 2012

LA FACULTAD DE FILOSOFÍA, LETRAS Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN: apuntes  para su historia.      IV.2
Manuel Carrasco Vintimilla
HUMANISMO Y PEDAGOGÍA:
Por circunstancias estrictamente personales,  nos dice Alejandro Serrano Aguilar,  pude conocer muy de cerca los orígenes de la querida Facultad de Filosofía y Letras que cumplió cuarenta años de existencia. En efecto hacia Octubre de 1949, el entonces rector de la Universidad, doctor Carlos Cueva Tamariz, enunció la posibilidad de fundarla y ponerla en marcha, sustituyendo las que existía medio siglo atrás. La idea prendió en los directivos y entre ellos surgieron dos corrientes de opinión respecto de la orientación que debía dársela. Unos consideraban que debía imprimirse una línea marcadamente literaria,  en consonancia con lo que había sido la tradición cultural cuencana. Se pensaba en una academia de corte renacentista. Otros consideraban que era indispensable darle un contenido y dirección marcadamente pedagógica. Gravitaba el ejemplo de las similares de Quito y Guayaquil.
Con estas inquietudes, continúa, la Universidad tuvo el acierto de invitar al ilustre profesor español doctor Juan David García Bacca para que dictara un ciclo de conferencias que el autor las tituló “Tres lecciones sobre el existencialismo”. Aparte del rotundo éxito de sus intervenciones, tuvo la oportunidad de centrar los objetivos de la futura Facultad. Su tesis fue clarísima y concordante en muchos aspectos con la del anfitrión: la Facultad tenía que ser fundamentalmente humanista y para el objeto era indispensable contratar profesores españoles de sólida formación y amplia versación en los temas. Él mismo se comprometió a hacer los contactos necesarios con personalidades de España que pudieran venir a esta ciudad. Así lo hizo. Sea propicia la oportunidad para destacar su intervención ante los personeros de la Universidad que tuvo trascendental importancia.
La tesis, agrega, fue reforzada con mucha autoridad por el distinguido pensador y escritor doctor Gabriel Cevallos García que retornaba a la ciudad natal luego de realizar estudios de especialización en Madrid.
Al parecer quedaba conformado el espíritu humanista de la Facultad de Filosofía, perfilado por sus profesores fundadores: los doctores Francisco Álvarez Gonzáles y Gabriel Cevallos García.
Alguna ocasión escuchamos contar al maestro Álvarez Gonzáles, rememorando los primeros años de trayectoria académica, que acudían a sus clases gentes de la más variada formación intelectual y de las más disímiles ocupaciones: profesores primarios, directivos de educación media, sacerdotes, monjas, comerciantes, exportadores de sombreros de paja toquilla, si no recordamos mal, los mencionaba en la lista de sus primeros discípulos. Y agregaba, porque así lo pensaba él, que la Facultad se creó por mera dilectancia intelectual y espiritual, sin más norte que el conocimiento del hombre, de la humanidad, y el ejercicio de las actividades artísticas, culturales y literarias. Opinión hasta hoy compartida por muchos.
Sin embargo, pensamos que una de las metas iniciales de la Facultad de Filosofía y Letras de nuestra Universidad, fue la formación de docentes, especialmente para el nivel medio de educación. Basta examinar la lista de los primeros estudiantes matriculados en la Facultad para apoyar la tesis del interés pedagógico que animaba a sus discípulos y a sus fundadores. Finalmente, una rápida revisión de las actas de las sesiones del Consejo Directivo nos remite al carácter profesional que tuvo la institución desde sus años iniciales.
El mismo año de su refundación, en el acta de sesiones del Consejo Directivo de la Facultad, el 13 de noviembre, se anota: Concluidos los cursos de especialización lo licenciados en humanidades podrán presentarse al examen de conjunto, previo a la opción al grado de Profesores de Enseñanza Secundaria en la respectiva especialización. (Libro Primero de sesiones del Consejo Directivo 1952-1961)
Quizás convenga indicar que la Facultad de Filosofía y Letras  tenía inicialmente las especializaciones de Filosofía, Literatura e Historia, en las que se concedía el título de Licenciado en Humanidades, y, para optar por el grado de Profesores de Enseñanza Secundaria había que rendir el examen correspondiente, tal como se indica en líneas anteriores.
El 17 de Enero de 1953, esto es, al año de creada la Facultad, en sesión del Consejo Directivo, se lee y discute en segunda instancia el Proyecto de Reformas al Reglamento Interno, a fin de enviarlo al Consejo Universitario. En su artículo primero dice:
“En la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cuenca hay tres clases de alumnos: a) Alumnos Regulares; b) Alumnos de las otras facultades que siguen en la Filosofía y Letras los cursos de humanidades señalados por el Consejo Universitario; y, c) Alumnos especiales. Son alumnos Regulares los bachilleres y los normalistas que siguen en la Facultad los estudios de todas las disciplinas determinadas en el Plan de Estudios para el curso respectivo. Solamente estos alumnos podrán obtener los títulos de Licenciados en Humanidades, Profesores de Segunda Enseñanza y Doctores en Filosofía”
El 29 de Abril de 1954 se presenta a discusión del Consejo Directivo el anteproyecto de creación del  Colegio Anexo “Fray Vicente Solano”, en cuyos considerandos se hace referencia a las “recomendaciones del Primer Congreso de Universidades Latinoamericanas para crear Facultades de Filosofía y Letras para que sean éstas las que tengan a su cargo la enseñanza y selección del personal que algún día cubrirá las cátedras de los colegios secundarios con suficientes garantías de preparación, responsabilidad y competencia”.
 En la misma sesión se dice: “La Facultad de Filosofía y Letras, aparte de su misión principalísima, de suministrar los más altos conocimientos del saber humanístico, tiene una tarea que cumplir, la de preparar profesionalmente a aquellos estudiantes que desean consagrarse, en su día, a la enseñanza. No habrá posibilidades de mejora efectiva de la enseñanza secundaria, por muchos que sean los planes que se ensayen, sino desde el momento que sus cátedras estén confiadas únicamente a estudiantes egresados de las aulas universitarias de las facultades de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación, principalmente”
El Plan de Estudios correspondía a una formación marcadamente humanista, ya que sólo hacia 1961 se propone introducir en el pensum materias de Pedagogía. Sin embargo, al poco tiempo de su fundación se  concede ya el título de Profesor de Segunda Enseñanza; en 1956 se introducen modificaciones en el Plan de Estudios y en el Reglamento interno se anota: “Todo alumno de la Facultad de Filosofía y Letras al terminar el quinto año de estudios recibirá el título de Profesor de Enseñanza Secundaria en Historia, Filosofía o Lengua y Literatura, según los seminarios a los que haya asistido durante los cursos cuarto y quinto de estudios en la Facultad.
Sobre el título de Profesor de Segunda Enseñanza cabe mencionar que fue producto de una reforma al Plan de Estudios, aprobado el 8 de Enero de 1952,  efectuada en Noviembre de 1953, mediante la cual se crean los seminarios de Filología, Filosofía e Historia y dos años más tarde se sanciona el Reglamento de Prácticas Docentes en el Colegio Fray Vicente Solano, el 11 de Enero de 1955.
En 1957 se realiza una nueva reforma al Reglamento de Títulos de la Facultad, mediante la cual se reconoce a Profesores de Segunda Enseñanza en Idiomas Clásicos e Idiomas Vivos.
Hasta aquí, tenemos claro que la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cuenca tiene, como se dice, una vocación humanística, pero que no está alejada de la formación docente para la que confiere, además del título de Licenciado en Humanidades, los de profesor en Historia, Filosofía, Lengua y Literatura, amén de los profesorados en idiomas clásicos y lenguas vivas.
Tal vez la heterogénea asistencia evocada por Álvarez Gonzáles se registraba en los llamados Cursos de Verano, de los que recuerda Serrano Aguilar, ya que existe cierta confusión, cuando se habla del alumnado de la Facultad.
Serrano Aguilar recuerda: La Facultad tuvo enorme acogida entre los estudiosos. Nos matriculamos más ciento cincuenta personas. Tengo la íntima satisfacción de haber sido cronológicamente el primero de ellos. Con tan numerosa concurrencia las primeras clases se dictaron en el Aula Magna  de la Universidad. Una de las materias del pensum fue la de Latín dictada por el Dr. Álvarez Gonzáles. Constituyó el punto neurálgico que, por un lado auyentó a muchos alumnos, y, por otro, hizo recrudecer la tesis de que esta parecela universitaria debía ser una especie de Normal Superior.

LA FACULTAD DE FILOSOFÍA, LETRAS Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN: apuntes  para su historia.      IV.1
Manuel Carrasco Vintimilla
HUMANISMO Y PEDAGOGÍA:
Difícil resulta, en referencia a Cuenca, encasillar a sus intelectuales en corrientes de pensamiento, en “ismos” de toda índole. Esto quizás desde la eclosión de aquella singular generación a la que Cevallos García señala como integrante del discipulado de Solano y los Clérigos Vintimilla –Mariano y Custodio- , aquella que ganó para la ciudad el apelativo de Atenas.
Hubo, indudablemente, ilustrados, románticos, positivistas, idealistas, en suma, seguidores y cultores de las corrientes filosóficas, artísticas y literarias que, a su tiempo, venciendo las formidables barreras de los Andes, el aislamiento secular y la carencia de medios y gentes propicias, llegaban a la recoleta urbe a fin de constituirse en patrimonio cultural de reducidos grupos de élite, integrantes de un conglomerado  social entre rural y urbano, que, al decir de Claudio Malo G., se deleitaba en el cultivo del “gay decir”.
Come quiera que fuese la clasificación de corrientes, movimientos e ismos en el mundo de las letras, las ciencias y las artes, la verdad es que aquí se forjó un apretado y sólido núcleo de gentes que siendo curuchupas, liberales o progresistas, en el siglo XIX,  o autocalificándose, y siendo calificados también, como liberales, conservadores, socialistas y comunistas, en el siglo XX, han compartido ciertas posiciones vitales, determinados modos de ser, de ver y hacer las cosas.
De estas condiciones ha surgido una manera de ser espiritual más  menos común, la cual pese a todas las diferencias, especialmente en el orden político, que, para nosotros, no han pasado de las luchas por el poder local y de las formas de entender y practicar las relaciones entre grupos o conglomerados sociales, bien puede ser denominada como humanismo.
Humanismo teñido de positivismo de índole social, con orientación científica o de carácter pedagógico; humanismo de tintes idealistas, de izquierdas o de derechas, o de corte existencialista, es lo que de alguna manera regía la vida, espiritual de la morlaquía entre finales de los años cuarenta y e inicios de los cincuenta, cuando se refunda la Facultad de Filosofía y Letras de nuestra Universidad.
Si las palabras nos permiten, podríamos definir a este humanismo como un quehacer sui géneris, como una vocación por lo clásico y lo renacentista, a la vez que, con profundos tintes de modernidad.
Pero, como lo afirma Malo Gonzáles, eran personas que por afición se habían dedicado mediante la lectura a enriquecer su espíritu en las áreas de la literatura, historia, filosofía y otras disciplinas, pero no contaban con un centro apropiado para la formación disciplinaria y sistemática y por tanto “llevaban sobre sus hombros y cerebros las limitaciones de la autodidaxia” al decir del Malo Gonzáles.
Por ello, recogiendo la tradición cultural humanista de sus gentes y tratando de sistematizar dentro de los lineamientos pedagógicos de la época, es que Álvarez Gonzáles, primer decano de la refundada facultad, en la co9nferencia pronunciada en la sesión inaugural, manifiesta:
Lo que con ella tratamos es, en definitiva, buscar los caminos para entender al hombre. A hora, no se puede entender, hemos dicho, al  hombre sin el conocimiento de la Historia. Y no sólo de la Historia, sino de la Historia en un sentido más amplio, como Historia de las actividades culturales, artísticas y literarias del hombre. Por eso, señores, nuestra Facultad, ésta que estamos inaugurando, constará de las tres secciones fundamentales de Filosofía, Historia y Literatura.
Desde que se suprimió la Facultad de Filosofía en 1867 los estudios más afines a los realizados en un centro académico de tal naturaleza se los seguía en la Facultad de Derecho y en el Seminario Mayor, de ahí que la mayoría de nuestros escritores, poetas y en general humanistas pertenecían el foro o al clero.
Incluso en la formación y ejercicio de la docencia se daba un  caso curioso; los maestros de primaria, hoy educación básica, recibían su formación en los  normales Manuel J. Calle, las Salesianas y el Normal Católico Miguel Cordero Crespo,  mientras que la docencia secundaria estaba a cargo casi exclusivamente de abogados.
Con este elemento, a decir de Claudio Malo G., era difícil organizar una facultad de filosofía, si se quería hacer bien las cosas, por ello se buscó el aporte extranjero, aprovechando la dictadura franquista que, al perseguir a la inteligencia española, la había volcado en buena parte  a América, produciendo uno de los procesos migratorios más  fructíferos para nuestras tierras.
En relación con estas ideas, Gabriel Cevallos García rememora lo siguiente: Bueno, Carlos Cueva Tamariz siempre tenía esa idea y cuando me fui por primera vez a España me dijo: ve la posibilidad de conseguir profesores españoles. Yo me empeñé en eso y además en ver cómo se organizaba y funcionaba una facultad de filosofía. En cuanto regresé  a Cuenca le entregué un plan al Dr. Cueva. Después  él se fue de Ministro de Educación en el gobierno de Galo Plaza y desde el Ministerio hizo algunas gestiones, valiéndose de amigos comunes nuestros y de Paco Álvarez. Fue así como se consiguió su participación. Llegó a Cuenca, inicialmente solo. Al año siguiente vinieron Fradejas, López Rueda, Silvino y claro entró Hugo Ordóñez y entraron los demás.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

LA FACULTAD DE FILOSOFÍA, LETRAS Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN: apuntes  para su historia.      III
Manuel Carrasco Vintimilla
CRISIS Y FILOSOFÍA: Tras un largo y penoso proceso, el 31 de Enero de 1952 se efectuó la refundación oficial de la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de Cuenca.
Se ha dicho, con cierta insistencia, que uno de los móviles para refundar la Facultad fue la crisis económica de los cincuenta y el deseo de superarla, existen otras razones, quizás ya no  tan coyunturales, inscritas en una situación estructural de mayor aliento. Nos referimos a la situación histórica que comenzó a vivir al país a partir del 28 de mayo de 1944.
Al decir de Claudio Malo Gonzáles, el movimiento político conocido con el nombre de “La Gloriosa”, implicó el final de la hegemonía del partido Liberal que había regido los destinos del país desde 1895 y que, junto con indiscutibles avances en el campo del pensamiento, la organización social y jurídicas del estado y otras áreas, había llegado a niveles de cansancio y decadencia en los que campeaba el fraude y el artificio a fin de mantenerse  en el poder .El nuevo orden establecido no satisfizo las aspiraciones optimistas de quienes confiaron en la revolución, dice Malo Gonzáles, no implicó una transformación  transcendental en el ordenamiento social, pero sí introdujo nuevas concepciones en el campo de la cultura, en un ambiente de tolerancia y respeto a la opinión de los demás.
Concomitante con el desengaño político, la generación que vivió las vicesitudes políticas internas y externas, tuvo que sufrir el gran trauma producido por la invasión del Perú en 1941, la consecuente reducción del espacio geográfico, que marcó por muchos años al imaginario colectivo  de una generación que no se resignó con la afrenta de una guerra perdida y su memoría estuvo presente prácticamente hasta la firma definitiva del paz en 1998. El gran trauma nacional de la trágica historia de límites de nuestro país estuvo presente en los manuales para la enseñanza de la historia a la par que en estudios y ensayos de mayor profundidad.
Pero la situación del país se  encadena o estructura con una más amplia y global vivida en el mundo Occidental e Hispanoamericano como consecuencia de los hechos que marcaron el comportamiento social e histórico de los pueblos en la segunda mitad del siglo XX, nos referimos a la Guerra Civil Española y a la II Guerra Mundial.

Es evidente, dice Francisco Álvarez Gonzáles, primer decano de la refundada facultad, que atravesamos momentos difíciles en la historia del mundo actual. No es por coincidencia que, sin previamente cambiar opiniones, el Sr. Doctor  Manuel María Ortiz se haya referido también a la crisis espiritual en la que nos encontramos sumergidos los hombres del siglo XX. Hoy todo el mundo habla de esto,  políticos, militares, economistas, científicos. La palabra crisis aparece por todas partes: en los libros, en las revistas, en los periódicos. La repite la radio, la repiten todos.
Tras una serie de consideraciones en torno al significado de crisis y a los momentos históricos en los que la humanidad las ha sufrido, concluye:
La crisis a la que vengo aludiendo no es, en verdad, ni económica, ni política, ni religiosa, ni tampoco es la crisis de una enfermedad. Hay crisis en todas estas  cosas, pero es porque la crisis que padecemos es total y abarca multitud de aspectos y matices. Pero lo que está en crisis en el mundo actual es la cultura.
Tendremos entonces-agrega- que esta crisis de la cultura como conjunto de ideas en la mente del hombre, no significa otra cosa sino que éste ha dejado de creer en lo que venía creyendo. Que las ideas que el hombre  poseía pierden vigencia, actualidad. Que el hombre continúa manteniéndolas sin creer firmemente en ellas. De donde resulta que la crisis de hoy es una manifestación de inautencidad y de escepticismo. El hombre se ha quedado sin ideas firmes sobre las cosas.
La situación es grave-anota- por que el hombre no puede vivir sin ideas. El hombre necesita tener ideas. Las necesita para saber lo que las cosas son  y por ir así realizando, hilando su propia vida.
Más, el hombre no necesita saber únicamente sobre las cosas que le rodean-continúa Álvarez Gonzáles- sino que requiere también, desde los tiempos de Sócrates, saber sobre sí mismo, en consecuencia, la crisis que tratamos de precisar a través de esta exposición consiste en que el hombre se ha quedado sin ideas respecto de sí mismo y carece de una conciencia  clara, de ideas claras acerca del hombre. En esto reside lo trágico de la situación. Que el hombre se encuentra falto del saber que más estima y más necesita, del saber de sí mismo.
Y muy de acuerdo con el pensamiento existencialista, en boga por entonces, nos dice: en nuestros días se piensa que más bien el hombre es un ser que tiene que hacerse su vida. El hombre se encuentra existiendo con la necesidad, más que obligación, de hacerse la vida con las cosas y entre las  cosas en que se encuentra, sin saber por qué razón, arrojado. Pero tampoco se puede entender la vida del hombre sin saber el para qué de sus actos, el fin, que aun cuando posterior en el tiempo se adelanta en forma de una idea o proyecto de vida que todo hombre anhela realizar.
Entonces, como ahora, frente a la crisis de la cultura, la caída de los paradigmas, decimos hoy, la razón impulsa al hombre a buscar las salidas posibles, por lo que la ciudad de Cuenca, perdida en la inmensidad de los Andes, ha respondido a esta gran crisis espiritual creando la Facultad de Filosofía y Letras, ojalá pueda aportar algo a la comprensión del hombre y constituya una razón más para que esta ciudad continué mereciendo el título de Atenas del Ecuador. –Versión taquigráfica, efectuada por la Dra. Isabel Moscoso D.,  de fragmentos del discurso pronunciado por Francisco Álvarez G., en la ceremonia de inauguración de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cuenca-

Hoy, como ayer, distancias temporales y diferencias estructurales de por medio, la crisis de los ochenta del siglo pasado, con duras y serias proyecciones hacia la década del dos mil, nos ha obligado a reflexionar entonces, nos está obligando nuevamente a reflexionar sobre las cosas que rodean al hombre, a reflexionar sobre su propia condición, quizás tomando como pretexto la crisis universitaria, de los ochenta del siglo pasado, y la situación toda de un mundo unipolar, consumista y deshumanizado, que nos angustia y amenaza.
Y ahora, en este año de 2012, se siente aún más cercana  e inexorable la amenaza de la extinción de nuestra Facultad ante la creación de una universidad gubernamental proyectada a la formación de docentes, disputando el campo a las facultades de filosofía de todo el país, ante la indiferencia de autoridades profesores y estudiantes de estas facultades, inermes, indiferentes y quizás acobardados por la prepotencia y autoritarismos de gobernantes y funcionarios encargados de la educación pública.

La Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación no puede desaparecer arrollada por la arremetida  de la denominada revolución ciudadana, si no puede competir en el campo de la educación, deberá proyectarse  hacia la investigación y la divulgación cultural, hacia la formación humanista de los estudiantes que como lo señala Cueva Tamariz, la Facultad debe estar  llamada a infundir en los universitarios aquel espíritu universalista y humanista en  el que se pueda aprender la imagen física del mundo (física), los temas fundamentales de la vida orgánica (biología), el proceso histórico de la vida humana (historia), la estructura y funcionamiento de la vida social (sociología) y el plan del universo en sus líneas fundamentales (filosofía).
Y, aunque ya no nos interese mucho aquello de “Atenas del Ecuador”, tenemos el derecho y el deber de defender y cimentar nuestras ideas, el derecho y el deber de hacer nuestra propia historia pese a todo lo que prediquen los nuevos evangelistas del fin de los tiempos.

martes, 20 de noviembre de 2012

LA FACULTAD DE FILOSOFÍA, LETRAS Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN: apuntes  para su historia.      II
Manuel Carrasco Vintimilla
REFUNDACIÓN DE LA FACULTAD DE FILOSOFÍA:
En la década de los cincuenta del siglo pasado, la región, especialmente las provincias de Azuay y Cañar, se ven afectadas por una grave crisis económica, origina en la caída de las exportaciones del sombrero de paja toquilla. Para superarla se inicia un acelerado proceso de modernización de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción, en el que tiene cabida, por supuesto, el pensamiento de la modernidad, alentado por las corrientes filosóficas y de pensamiento de boga en la vieja Europa. Dentro de este espíritu modernizador se llevaría a cabo la refu7ndación de nuestra Facultad de Filosofía.
En la inauguración del año lectivo de 1948-49, el Dr. Carlos Cueva Tamariz,  rector  de la Universidad de Cuenca, manifiesta: “Y sea nuevamente la ocasión de lamentar un vacío, un hondo vacío, en nuestra Universidad, la falta de una Facultad de Filosofía y Letras, o de Humanidades, como la llaman acertadamente en algunas universidades, o Facultad de la Cultura, como dijo Ortega y Gasset, que sirva algo así como de núcleo central a todas las demás, que esté llamada a infundir en los universitarios aquel espíritu universalista y humano al que antes hice referencia, en la que se pueda aprender la imagen física del mundo (física), los temas fundamentales de la vida orgánica (biología), el proceso histórico de la vida humana (historia), la estructura y funcionamiento de la vida social (sociología) y el plan del universo en sus líneas fundamentales (filosofía).
Porque hay que insistir – agregaría-  que el cultivo aislado de una disciplina profesionalista y especializada, distante de las grandes direcciones del pensamiento unificador, encierra un tremendo peligro: el del médico, el del abogado, el del ingeniero, el del técnico cada vez más dueño de su  técnica y de su especialidad, pero cada vez más inculto y más deshumanizado sin ideales elevados, sin visión acertada del mundo.
Finalmente, exhorta, todos de consuno, catedráticos y alumnos, dirigentes y colaboradores de nuestra querida Universidad, esforcémonos por llenar este vacío. Venzamos con energía los graves obstáculos que existen ciertamente para esta realización y fundemos la Facultad de Humanidades, llamada a dar integridad y cumpletud a esta Casa de Estudios.
Pocos años más tarde, cuando el Dr. Cueva Tamariz desempeñaba el Ministerio de Educación Pública, en el gobierno del Señor Galo Plaza Lasso, el 14 de noviembre de 1951,  se expidió la resolución que autorizaba el funcionamiento de la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de Cuenca, a petición del H. Consejo Universitario presidido por el Dr. Manuel María Ortiz O., Vicerrector en ejercicio del rectorado.

domingo, 18 de noviembre de 2012

LA FACULTAD DE FILOSOFÍA, LETRAS Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN: apuntes para su historia.      I
Manuel Carrasco Vintimilla
Los estudios de Filosofía en Cuenca,  y los de las disciplinas relacionadas con ella,  son ya de vieja, de antigua data en la ciudad. Así, en el primer tercio del siglo XIX el obispo Cortázar fundó el Semanario Conciliar de Cuenca, en el que se seguían estudios de esta asignatura  y poco más tarde, en 1843, se estableció el Colegio Nacional con las facultades de Teología, Jurisprudencia, Medicina y Filosofía. Sobre esta base el 18 de octubre de 1867 mediante decreto del Senado y Cámara de Diputados del Ecuador se crea la Junta o  Corporación Universitaria del Azuay, hoy Universidad de Cuenca, con las facultades existentes en los dos centros educativos ya citados a las que habría de agregarse la facultad de Farmacia a fin de completar las cinco que exigía la Ley  Orgánica de Instrucción Pública. El acto inaugural de la Corporación Universitaria del Azuay tuvo solemne cumplimiento el 1 de Enero de 1868.
Poco se sabe de la Facultad en esos años de vida durante el siglo XIX, tal vez  porque su existencia fue efímera. Quizás  porque nadie se interesó en su historia. Hacia 1890 se siguen los estudios de Filosofía, Matemáticas y Física, cuenta con 3  profesores y 34 alumnos. Los estudios de Filosofía comprenden la clase media y suprema de gramática, literatura, latín,  castellano, francés e  inglés.  Confiere el título de Bachiller.
Estaba organizada en la Sección Secundaria o Colegio Nacional, con  estudiantes de 14 a 16 años,  el Seminario Conciliar y la Facultad Mayor.
El 30 de Junio 1897, en el entorno de la revolución liberal, iniciada el 5 de junio de 1895,  se pone en vigencia la nueva Ley de Instrucción Pública que reorganizaba la Corporación Universitaria, pasando a denominarse Universidad del Azuay, se le independizaba del Colegio Nacional y del Seminario,  a la vez que se le dotaba de una nueva estructura académica dentro de los lineamientos de la universidad “napoleónica” o profesionalizante. La reforma académica del liberalismo suprimía las facultades de Ciencias Naturales y  Filosofía.
No se conoce con certeza las razones que llevaron al gobierno liberal a la eliminación de la Facultad de Filosofía y Literatura, quizás las hipótesis más acertada sea aquella que vincula su desaparición con los intereses políticos del radicalismo empeñado en cimentar sus principios ideológicos que encontraban en Cuenca y tal vez en su facultad de filosofía los bastiones más firmes de  resistencia al liberalismo innovador.

Diciembre 27 del 2004.