miércoles, 21 de noviembre de 2012

LA FACULTAD DE FILOSOFÍA, LETRAS Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN: apuntes  para su historia.      III
Manuel Carrasco Vintimilla
CRISIS Y FILOSOFÍA: Tras un largo y penoso proceso, el 31 de Enero de 1952 se efectuó la refundación oficial de la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de Cuenca.
Se ha dicho, con cierta insistencia, que uno de los móviles para refundar la Facultad fue la crisis económica de los cincuenta y el deseo de superarla, existen otras razones, quizás ya no  tan coyunturales, inscritas en una situación estructural de mayor aliento. Nos referimos a la situación histórica que comenzó a vivir al país a partir del 28 de mayo de 1944.
Al decir de Claudio Malo Gonzáles, el movimiento político conocido con el nombre de “La Gloriosa”, implicó el final de la hegemonía del partido Liberal que había regido los destinos del país desde 1895 y que, junto con indiscutibles avances en el campo del pensamiento, la organización social y jurídicas del estado y otras áreas, había llegado a niveles de cansancio y decadencia en los que campeaba el fraude y el artificio a fin de mantenerse  en el poder .El nuevo orden establecido no satisfizo las aspiraciones optimistas de quienes confiaron en la revolución, dice Malo Gonzáles, no implicó una transformación  transcendental en el ordenamiento social, pero sí introdujo nuevas concepciones en el campo de la cultura, en un ambiente de tolerancia y respeto a la opinión de los demás.
Concomitante con el desengaño político, la generación que vivió las vicesitudes políticas internas y externas, tuvo que sufrir el gran trauma producido por la invasión del Perú en 1941, la consecuente reducción del espacio geográfico, que marcó por muchos años al imaginario colectivo  de una generación que no se resignó con la afrenta de una guerra perdida y su memoría estuvo presente prácticamente hasta la firma definitiva del paz en 1998. El gran trauma nacional de la trágica historia de límites de nuestro país estuvo presente en los manuales para la enseñanza de la historia a la par que en estudios y ensayos de mayor profundidad.
Pero la situación del país se  encadena o estructura con una más amplia y global vivida en el mundo Occidental e Hispanoamericano como consecuencia de los hechos que marcaron el comportamiento social e histórico de los pueblos en la segunda mitad del siglo XX, nos referimos a la Guerra Civil Española y a la II Guerra Mundial.

Es evidente, dice Francisco Álvarez Gonzáles, primer decano de la refundada facultad, que atravesamos momentos difíciles en la historia del mundo actual. No es por coincidencia que, sin previamente cambiar opiniones, el Sr. Doctor  Manuel María Ortiz se haya referido también a la crisis espiritual en la que nos encontramos sumergidos los hombres del siglo XX. Hoy todo el mundo habla de esto,  políticos, militares, economistas, científicos. La palabra crisis aparece por todas partes: en los libros, en las revistas, en los periódicos. La repite la radio, la repiten todos.
Tras una serie de consideraciones en torno al significado de crisis y a los momentos históricos en los que la humanidad las ha sufrido, concluye:
La crisis a la que vengo aludiendo no es, en verdad, ni económica, ni política, ni religiosa, ni tampoco es la crisis de una enfermedad. Hay crisis en todas estas  cosas, pero es porque la crisis que padecemos es total y abarca multitud de aspectos y matices. Pero lo que está en crisis en el mundo actual es la cultura.
Tendremos entonces-agrega- que esta crisis de la cultura como conjunto de ideas en la mente del hombre, no significa otra cosa sino que éste ha dejado de creer en lo que venía creyendo. Que las ideas que el hombre  poseía pierden vigencia, actualidad. Que el hombre continúa manteniéndolas sin creer firmemente en ellas. De donde resulta que la crisis de hoy es una manifestación de inautencidad y de escepticismo. El hombre se ha quedado sin ideas firmes sobre las cosas.
La situación es grave-anota- por que el hombre no puede vivir sin ideas. El hombre necesita tener ideas. Las necesita para saber lo que las cosas son  y por ir así realizando, hilando su propia vida.
Más, el hombre no necesita saber únicamente sobre las cosas que le rodean-continúa Álvarez Gonzáles- sino que requiere también, desde los tiempos de Sócrates, saber sobre sí mismo, en consecuencia, la crisis que tratamos de precisar a través de esta exposición consiste en que el hombre se ha quedado sin ideas respecto de sí mismo y carece de una conciencia  clara, de ideas claras acerca del hombre. En esto reside lo trágico de la situación. Que el hombre se encuentra falto del saber que más estima y más necesita, del saber de sí mismo.
Y muy de acuerdo con el pensamiento existencialista, en boga por entonces, nos dice: en nuestros días se piensa que más bien el hombre es un ser que tiene que hacerse su vida. El hombre se encuentra existiendo con la necesidad, más que obligación, de hacerse la vida con las cosas y entre las  cosas en que se encuentra, sin saber por qué razón, arrojado. Pero tampoco se puede entender la vida del hombre sin saber el para qué de sus actos, el fin, que aun cuando posterior en el tiempo se adelanta en forma de una idea o proyecto de vida que todo hombre anhela realizar.
Entonces, como ahora, frente a la crisis de la cultura, la caída de los paradigmas, decimos hoy, la razón impulsa al hombre a buscar las salidas posibles, por lo que la ciudad de Cuenca, perdida en la inmensidad de los Andes, ha respondido a esta gran crisis espiritual creando la Facultad de Filosofía y Letras, ojalá pueda aportar algo a la comprensión del hombre y constituya una razón más para que esta ciudad continué mereciendo el título de Atenas del Ecuador. –Versión taquigráfica, efectuada por la Dra. Isabel Moscoso D.,  de fragmentos del discurso pronunciado por Francisco Álvarez G., en la ceremonia de inauguración de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cuenca-

Hoy, como ayer, distancias temporales y diferencias estructurales de por medio, la crisis de los ochenta del siglo pasado, con duras y serias proyecciones hacia la década del dos mil, nos ha obligado a reflexionar entonces, nos está obligando nuevamente a reflexionar sobre las cosas que rodean al hombre, a reflexionar sobre su propia condición, quizás tomando como pretexto la crisis universitaria, de los ochenta del siglo pasado, y la situación toda de un mundo unipolar, consumista y deshumanizado, que nos angustia y amenaza.
Y ahora, en este año de 2012, se siente aún más cercana  e inexorable la amenaza de la extinción de nuestra Facultad ante la creación de una universidad gubernamental proyectada a la formación de docentes, disputando el campo a las facultades de filosofía de todo el país, ante la indiferencia de autoridades profesores y estudiantes de estas facultades, inermes, indiferentes y quizás acobardados por la prepotencia y autoritarismos de gobernantes y funcionarios encargados de la educación pública.

La Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación no puede desaparecer arrollada por la arremetida  de la denominada revolución ciudadana, si no puede competir en el campo de la educación, deberá proyectarse  hacia la investigación y la divulgación cultural, hacia la formación humanista de los estudiantes que como lo señala Cueva Tamariz, la Facultad debe estar  llamada a infundir en los universitarios aquel espíritu universalista y humanista en  el que se pueda aprender la imagen física del mundo (física), los temas fundamentales de la vida orgánica (biología), el proceso histórico de la vida humana (historia), la estructura y funcionamiento de la vida social (sociología) y el plan del universo en sus líneas fundamentales (filosofía).
Y, aunque ya no nos interese mucho aquello de “Atenas del Ecuador”, tenemos el derecho y el deber de defender y cimentar nuestras ideas, el derecho y el deber de hacer nuestra propia historia pese a todo lo que prediquen los nuevos evangelistas del fin de los tiempos.

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