miércoles, 28 de noviembre de 2012

LA FACULTAD DE FILOSOFÍA, LETRAS Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN: apuntes  para su historia.      IV.2
Manuel Carrasco Vintimilla
HUMANISMO Y PEDAGOGÍA:
Por circunstancias estrictamente personales,  nos dice Alejandro Serrano Aguilar,  pude conocer muy de cerca los orígenes de la querida Facultad de Filosofía y Letras que cumplió cuarenta años de existencia. En efecto hacia Octubre de 1949, el entonces rector de la Universidad, doctor Carlos Cueva Tamariz, enunció la posibilidad de fundarla y ponerla en marcha, sustituyendo las que existía medio siglo atrás. La idea prendió en los directivos y entre ellos surgieron dos corrientes de opinión respecto de la orientación que debía dársela. Unos consideraban que debía imprimirse una línea marcadamente literaria,  en consonancia con lo que había sido la tradición cultural cuencana. Se pensaba en una academia de corte renacentista. Otros consideraban que era indispensable darle un contenido y dirección marcadamente pedagógica. Gravitaba el ejemplo de las similares de Quito y Guayaquil.
Con estas inquietudes, continúa, la Universidad tuvo el acierto de invitar al ilustre profesor español doctor Juan David García Bacca para que dictara un ciclo de conferencias que el autor las tituló “Tres lecciones sobre el existencialismo”. Aparte del rotundo éxito de sus intervenciones, tuvo la oportunidad de centrar los objetivos de la futura Facultad. Su tesis fue clarísima y concordante en muchos aspectos con la del anfitrión: la Facultad tenía que ser fundamentalmente humanista y para el objeto era indispensable contratar profesores españoles de sólida formación y amplia versación en los temas. Él mismo se comprometió a hacer los contactos necesarios con personalidades de España que pudieran venir a esta ciudad. Así lo hizo. Sea propicia la oportunidad para destacar su intervención ante los personeros de la Universidad que tuvo trascendental importancia.
La tesis, agrega, fue reforzada con mucha autoridad por el distinguido pensador y escritor doctor Gabriel Cevallos García que retornaba a la ciudad natal luego de realizar estudios de especialización en Madrid.
Al parecer quedaba conformado el espíritu humanista de la Facultad de Filosofía, perfilado por sus profesores fundadores: los doctores Francisco Álvarez Gonzáles y Gabriel Cevallos García.
Alguna ocasión escuchamos contar al maestro Álvarez Gonzáles, rememorando los primeros años de trayectoria académica, que acudían a sus clases gentes de la más variada formación intelectual y de las más disímiles ocupaciones: profesores primarios, directivos de educación media, sacerdotes, monjas, comerciantes, exportadores de sombreros de paja toquilla, si no recordamos mal, los mencionaba en la lista de sus primeros discípulos. Y agregaba, porque así lo pensaba él, que la Facultad se creó por mera dilectancia intelectual y espiritual, sin más norte que el conocimiento del hombre, de la humanidad, y el ejercicio de las actividades artísticas, culturales y literarias. Opinión hasta hoy compartida por muchos.
Sin embargo, pensamos que una de las metas iniciales de la Facultad de Filosofía y Letras de nuestra Universidad, fue la formación de docentes, especialmente para el nivel medio de educación. Basta examinar la lista de los primeros estudiantes matriculados en la Facultad para apoyar la tesis del interés pedagógico que animaba a sus discípulos y a sus fundadores. Finalmente, una rápida revisión de las actas de las sesiones del Consejo Directivo nos remite al carácter profesional que tuvo la institución desde sus años iniciales.
El mismo año de su refundación, en el acta de sesiones del Consejo Directivo de la Facultad, el 13 de noviembre, se anota: Concluidos los cursos de especialización lo licenciados en humanidades podrán presentarse al examen de conjunto, previo a la opción al grado de Profesores de Enseñanza Secundaria en la respectiva especialización. (Libro Primero de sesiones del Consejo Directivo 1952-1961)
Quizás convenga indicar que la Facultad de Filosofía y Letras  tenía inicialmente las especializaciones de Filosofía, Literatura e Historia, en las que se concedía el título de Licenciado en Humanidades, y, para optar por el grado de Profesores de Enseñanza Secundaria había que rendir el examen correspondiente, tal como se indica en líneas anteriores.
El 17 de Enero de 1953, esto es, al año de creada la Facultad, en sesión del Consejo Directivo, se lee y discute en segunda instancia el Proyecto de Reformas al Reglamento Interno, a fin de enviarlo al Consejo Universitario. En su artículo primero dice:
“En la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cuenca hay tres clases de alumnos: a) Alumnos Regulares; b) Alumnos de las otras facultades que siguen en la Filosofía y Letras los cursos de humanidades señalados por el Consejo Universitario; y, c) Alumnos especiales. Son alumnos Regulares los bachilleres y los normalistas que siguen en la Facultad los estudios de todas las disciplinas determinadas en el Plan de Estudios para el curso respectivo. Solamente estos alumnos podrán obtener los títulos de Licenciados en Humanidades, Profesores de Segunda Enseñanza y Doctores en Filosofía”
El 29 de Abril de 1954 se presenta a discusión del Consejo Directivo el anteproyecto de creación del  Colegio Anexo “Fray Vicente Solano”, en cuyos considerandos se hace referencia a las “recomendaciones del Primer Congreso de Universidades Latinoamericanas para crear Facultades de Filosofía y Letras para que sean éstas las que tengan a su cargo la enseñanza y selección del personal que algún día cubrirá las cátedras de los colegios secundarios con suficientes garantías de preparación, responsabilidad y competencia”.
 En la misma sesión se dice: “La Facultad de Filosofía y Letras, aparte de su misión principalísima, de suministrar los más altos conocimientos del saber humanístico, tiene una tarea que cumplir, la de preparar profesionalmente a aquellos estudiantes que desean consagrarse, en su día, a la enseñanza. No habrá posibilidades de mejora efectiva de la enseñanza secundaria, por muchos que sean los planes que se ensayen, sino desde el momento que sus cátedras estén confiadas únicamente a estudiantes egresados de las aulas universitarias de las facultades de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación, principalmente”
El Plan de Estudios correspondía a una formación marcadamente humanista, ya que sólo hacia 1961 se propone introducir en el pensum materias de Pedagogía. Sin embargo, al poco tiempo de su fundación se  concede ya el título de Profesor de Segunda Enseñanza; en 1956 se introducen modificaciones en el Plan de Estudios y en el Reglamento interno se anota: “Todo alumno de la Facultad de Filosofía y Letras al terminar el quinto año de estudios recibirá el título de Profesor de Enseñanza Secundaria en Historia, Filosofía o Lengua y Literatura, según los seminarios a los que haya asistido durante los cursos cuarto y quinto de estudios en la Facultad.
Sobre el título de Profesor de Segunda Enseñanza cabe mencionar que fue producto de una reforma al Plan de Estudios, aprobado el 8 de Enero de 1952,  efectuada en Noviembre de 1953, mediante la cual se crean los seminarios de Filología, Filosofía e Historia y dos años más tarde se sanciona el Reglamento de Prácticas Docentes en el Colegio Fray Vicente Solano, el 11 de Enero de 1955.
En 1957 se realiza una nueva reforma al Reglamento de Títulos de la Facultad, mediante la cual se reconoce a Profesores de Segunda Enseñanza en Idiomas Clásicos e Idiomas Vivos.
Hasta aquí, tenemos claro que la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cuenca tiene, como se dice, una vocación humanística, pero que no está alejada de la formación docente para la que confiere, además del título de Licenciado en Humanidades, los de profesor en Historia, Filosofía, Lengua y Literatura, amén de los profesorados en idiomas clásicos y lenguas vivas.
Tal vez la heterogénea asistencia evocada por Álvarez Gonzáles se registraba en los llamados Cursos de Verano, de los que recuerda Serrano Aguilar, ya que existe cierta confusión, cuando se habla del alumnado de la Facultad.
Serrano Aguilar recuerda: La Facultad tuvo enorme acogida entre los estudiosos. Nos matriculamos más ciento cincuenta personas. Tengo la íntima satisfacción de haber sido cronológicamente el primero de ellos. Con tan numerosa concurrencia las primeras clases se dictaron en el Aula Magna  de la Universidad. Una de las materias del pensum fue la de Latín dictada por el Dr. Álvarez Gonzáles. Constituyó el punto neurálgico que, por un lado auyentó a muchos alumnos, y, por otro, hizo recrudecer la tesis de que esta parecela universitaria debía ser una especie de Normal Superior.

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