LA YAPA.- Dumapara la ciudad perdida:
Fue estudiado por primera vez por
don Francisco Talbot Niemes en 1916, invitado al lugar por mi abuelo, Don
Francisco Carrasco Serrano; el sitio arqueológico se encontraba en la propiedad
de su hermana Isabel, como parte de la herencia
de su madre, Doña Dolores Serrano Gonzáles, propietaria de la hacienda El Paso.
Don Francisco Talbot afirma haber
encontrado una gran ciudad cuyo origen le resultaba misterioso, había recorrido
las ruinas a caballo por el lapso aproximado de 1 hora; dibujó planos de los
edificios principales y de un cerro, con una gran cancha al pie, conjunto al
que denominó “el coliseo” y publicó su artículo en la revista La Unión
Literaria.
No se mostraba entusiasta con su
descubrimiento: “Tal es, ligeramente, la descripción de algunas ruinas de
Duma-para, que vuelve a la vida, siquiera la del libro, después de centenares
de años. Porque nada se ha de hacer ni conseguir, creo inútil recomendar al Gobierno y a las sociedades
científicas, la conservación y el estudio de esas ruinas. Por eso no lo hago”,
dice al término de su breve artículo.
Pocos años más tarde Max Uhle,
estudió tres caminos construidos por los Incas, que al parecer atravesaban la
región cañari de Sur a Norte, dice. “Uno subía por la hoya del río Piscobamaba,
al Oeste de Malacatos, por la del río Catamayo, la del río Gonzabal, a las
Juntas, para seguir de allá por el campamento incaico de Tambo Blanco, al este
de San Lucas, el cerro Acacana en su falda este, Paquizhapa, Oña, Uduzhapa,
Dumapara, Nabón, Zhiña, etc. al Norte”.
El gran prestigio del arqueólogo
alemán, que trabajó en nuestro medio hacia los años 20 del pasado siglo marcó
la historia para que Dumapara fuera considerado tambo incásico por todos
quienes le sucedieron; en 1983, según
Jaime Idrovo U., Antonio Fresco G. publica el artículo “La Red Vial Incaica en
la sierra sur del Ecuador: algunos datos para su estudio”, en el que estudia el
Capagñan en el territorio del cantón Nabón, donde se ubica Dumapara, este
tambo, dice, no es citado en documentos coloniales pero debe corresponder al
que Guamán Poma incluye en su Lista de Tambos con el nombre de Cazacuno.
Entre el 22 de julio y el 6 de
septiembre de 2013, Jaime Idrovo U. estudió Dumapara y como resultado de sus
excavaciones el Municipio de Nabón publicó en 2015 el libro “Dumapara. Un sitio
kañari-inka atravesado por el Qhapaqñan”, en el que, si bien el arqueólogo
Idrovo no afirma tácitamente que Dumapara es el Tambo Real de Casacono,
sostiene que el estilo arquitectónico de sus ruinas es indudablemente incásico
y están atravesadas por el Capagñan, es decir, una de las ramas de la red
incásica que unía a los pueblos del Sur con los del Norte del Chinchaysuyo.
El miércoles 24, en una de las
mesas del X Congreso de Historia del Ecuador presentamos la ponencia “DUMAPARA,
UN SITIO KAÑARI-INKA ATRAVESADO POR EL QHAPAQÑAN: Una mirada crítica desde la
Historia” en la que sostenemos, en base de un estudio documental, que Dumapara
no es el Tambo de Cazacuno, como cree
Fresco, ni es el Complejo Arqueológico Monumental atravesado por el Capagñan,
como afirma Idrovo.
Nuestra mirada crítica desde la
historia se fundamenta en 2 documentos principales: la merced de tierras que
Francisco Enríquez solicita al cabildo
de Cuenca en 1586, de 58 cuadras, “media legua arriba de los Tambos Reales de
Casacono, que están hacia mano yzquierda ansí como vamos desta ciudad para la
de Loja, en un sitio que se dice Tumapara, en unos paredones del Ynga questa
sin perjuicio”; se señala claramente que se trata de dos sitios cercanos, pero
de distinto uso y destino.
El otro corresponde a 1618, en el
que el Licenciado Diego de Zorrilla, dispone la reducción de los indios que
están dispersos en diversas sitios del Corregimiento de Cuenca, un grupo debía
ser reducido a “Nabún, donde se había de posar el Tambo Real de Casacono”. De
esta manera, el Tambo Real de Cazacuno o Casacono, fue trasladado a Nabún, hoy
Nabón, 8 kilómetros al Norte y el antiguo desplazamiento del tambo comenzó a
ser conocido como Tamboviejo, nombre que conserva aún el pequeño caserío que se
encuentra a aproximadamente 3 kilómetros al Occidente de Dumapara.
Otros documentos, juicios por
linderos y posesión de tierras en la región, confirman la condición de estancia
ganadera de Dumapara, integrada a la hacienda El Paso; en esta condición la
heredó Doña Isabel Carrasco Serrano, sus descendientes vendieron parte de la
estancia a doña Luz María Ramón, quien conserva y cultiva la núcleo del Complejo Arqueológico restaurado en lo
que denomina las callancas el Dr. Jaime
Idrovo.
Ya en 1916 don Francisco Talbot
escribe “Muy cerca de esta pequeña ruina se observan vestigios de otras mayores
y que han sido destruidas por la ignorancia; pues, a principios de este
siglo, Doroteo Quezada, utilizó las
piedras de esos sagrados muros para levantar cercas divisorias. Así es como
desaparece la clave de la prehistoria patria; así es como a los historiadores
se les obliga a fantasear en las nebolusidades del pasado y a deducir
caprichosas consecuencias. ¡Ah la ignorancia!...Pero cual podrá ser más
criminal, si el indio que por ignorancia termina la destrucción de esas ruinas,
o los gobiernos y los civilizados que indolente dejan que se lleve a cabo esa
destrucción”
En efecto, hoy Dumapara no es ni
la sombra de su pasado, si fue la ciudad, cuyas ruinas vio y estudió don Francisco
Talbot, hoy su memoria se pierde en la leyenda y la incuria del tiempo y los
hombres. Campesinos, hacendados y autoridades locales a lo largo de los años
convirtieron a los muros del sitio arqueológico en cantera para extraer sus
piedras para cimientos de casas, cercas, para base de carretas, canchas deportivas,
en fín, de tal manera que al cabo de casi un siglo de explotación de las
sagradas ruinas, al decir de don Francisco Talbot, no queda nada de su
estructura arquitectónica original, sólo se puede contemplar unos muros
reconstruidos bajo la dirección del Arqueólogo Jaime Idrovo U hace pocos años
atrás.
Cuenca, 28-11-2018
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