domingo, 11 de noviembre de 2018

DUMAPARA, UN SITIO KAÑARI-INKA ATRAVESADO POR EL QHAPAQÑAN: Una mirada crítica desde la Historia.

DUMAPARA, UN SITIO KAÑARI-INKA ATRAVESADO POR EL QHAPAQÑAN: Una mirada crítica desde la Historia.

Manuel Ignacio Carrasco Vintimilla
En julio de 2015 el Municipio de Nabón publicó Dumapara. Un sitio kañari-inka atravesado por el Qhapaqñan, basado en los informes presentados por el Arqueólogo Jaime Idrovo Urigüen sobre el proyecto “Dumapara. Período 22 de julio- 6 de septiembre del 2013”, dicho libro consta de tres capítulos: I. Generalidades; II. Excavaciones y prospecciones; III. Conclusiones preliminares.
En el primer capítulo encontramos dos acápites que llamaron nuestra atención: a) Algunas reflexiones históricas sobre Nabón (páginas 12 y siguientes) y b) Sobre el nombre de Dumapara (páginas 33 y siguientes). Desde hace algún tiempo hemos trabajado sobre la hacienda de “El Paso” ubicada en territorios del cantón Nabón y hemos encontrado amplias vinculaciones de la historia de la hacienda con Nabón, en cuanto asiento de población humana, con Dumapara como estancia integrante de” El Paso” y como sitio de interés arqueológico e histórico.
Al leer con verdadero interés el libro publicado por el Municipio de Nabón encontramos que existen ciertos aspectos relacionados con la historia de Nabón y Dumapara que merecen ser revisados y reflexionados desde la ciencia histórica, ya que no estamos de acuerdo con algunos asertos emitidos por el autor del estudio en lo que respecta a los dos acápites ya indicados, en consideración del tiempo concedido para la exposición de la ponencia habremos de trabajar en torno al acápite titulado “el nombre de Dumapara”.
La ponencia encuentra su fundamentación científica en la bibliografía disponible sobre el sitio y la documentación generada en tiempos de la Colonia y la primera época republicana que poseo en mi archivo privado y en la documentación que he podido encontrar en los archivos públicos.
Sobre el nombre de Dumapara
En síntesis la propuesta del arqueólogo Idrovo en este acápite se reduce a manifestar que “sobre la existencia de un sitio o tambo conocido en el siglo XVI como Dumapara, no tenemos evidencia documental alguna” (Idrovo, 2015, p. 34) de manera semejante opinaba Fresco cuando decía: “que este tambo-el de Dumapara-  no es citado en documentos coloniales, pero debe corresponder al que Guamán Poma (1936:1086) incluye en su lista con el nombre de Cazacuno” (Fresco citado por Idrovo, 2015, p. 44).   En efecto, sobre el tambo de Dumapara quizás no podamos encontrar evidencia documental alguna, sencillamente porque no hubo, ni en el Capagñan, ni en el Camino Real colonial tal tambo, como trataremos de demostrar posteriormente.  Pero lo que sí se encuentra registrado documentalmente es un sitio con el nombre de “Tumapara”[1], constante en la merced de tierras que Francisco Enríquez solicita al Cabildo Cuencano el 8 de abril de 1586. Tumapara también consta en la página 100 de Tomebamba. Arqueología e Historia de una ciudad Imperial, obra escrita por el doctor Idrovo Urigüen, en uno de los párrafos del subtítulo “Caminos hacia el Sur” que se inicia en la página 99 de la citada obra.
A nuestro entender existe una grave confusión geográfica y, en consecuencia, un lamentable error de orden histórico al tratar de identificar el tambo de Casacono con el sitio o, quizás, ciudad cañari-inca, de Dumapara[2], pensamos que el error se produce por el desconocimiento de la merced de tierras solicitada por Enríquez y si alguien la leyó no lo hizo con la debida atención, amén que hemos consultado otros documentos coloniales y de inicios de la república en los cuales se establece una clara distinción entre lo que es el tambo de Casacono y el sitio de Dumapara, como lo demostraremos más adelante.
En la merced de tierras solicitada por Enríquez en 1586 se dice:

se le haga merced de le recebir por vecino della [la ciudad de Cuenca] y hazarle merced de le prover cinquenta y ocho quadras de tierras, media legua arriba de los Tambos Reales de Casacono, que están hacia mano yzquierda ansí como vamos desta ciudad para la de Loja, en el sitio que se dize Tumapara en unos paredones del Ynga questa sin perjuicio”; es decir una distancia de 2500 m. más o menos entre uno y otro sitio y “los dichos señores [integrantes del Cabildo] visto el dicho pedimento dixeron  que en nombre desta ciudad le resibían por vecino della y la proveyan treinta quadras de tierras en la parte e lugar donde las pide con que sea sin perjuicio de terceros y de los naturales y mandaron que se dé título dellas, lo firmaron al pie de dicho Cabildo

Por otra parte, en 1708 don Pedro Coronel de Mora, Depositario General de la ciudad, realizó una composición de tierras con el Oidor de la Real Audiencia de Quito, Licenciado Fernando de Sierra Osorio, a fin de confirmar la tenencia sobre el hato de “El Paso”, en donde dice tener tres queseras “llamada Charqui la una, la otra Dumapara y la otra Zhingata” (Carrasco V., 2015, p. 88 ; la pertenencia de Dumapara a la hacienda “El Paso” sería  confirmada en 1828 en el texto de la sentencia que el juez suplente de Girón dictara en el juicio por linderos entre los propietarios de Tamboviejo y El Paso, a  favor del propietario del segundo predio, cuando manifiesta que “teniendo en consideración,  primero el título de composición fecho el año de mil setecientos ocho en el que consta que el sitio de Dumapara de la actual questión (sic) es perteneciente a la hacienda de Paso, de propiedad del ciudadano Sebastián Serrano”,[3] confirma tal posesión.
En segundo lugar, el juez que sentenció en este pleito hace referencia a “una vista de ojos” y “compromiso que de común acuerdo hicieron los dos colitigantes” de los linderos entre las dos propiedades, por parte de Juan Samaniego, dueño de Tamboviejo, y el padre mercedario Fray Pedro Garcés de Aguilar, prior de la orden propietaria de “El Paso” y de la estancia de Dumapara, entre 1783 y 1794. La diligencia judicial fue practicada en el año de 1784 en presencia de “los Señores Alcaldes que fueron en aquel año de la Capital de Cuenca” y continúa con otras evidencias en distintas fechas mediante las cuales se demuestra que Dumapara era un estancia o quesera de la hacienda “El Paso”, con lo que tratamos de demostrar que la designación de lo que se denomina hoy sitio monumental y arqueológico de Dumapara viene de antigua data.
Al finalizar el artículo de don Francisco Talbot Niemes encontramos la nota que dice “Estas ruinas se encuentran en la hacienda de la señorita Isabel Carrasco S. y fue su hermano y mi amigo don Francisco Carrasco S., quien me llevó a conocerlas y me ayudó a levantar los planos” (Talbot, s.f., p. 141) la trascribimos como una muestra de que el nombre histórico de Dumapara se conservaba en la memoria de la familia descendiente de los antiguos dueños de “El Paso” y que no se “ habría originado en la pluma” de su primer estudioso. 
Volvamos al texto de Idrovo, quien, al no encontrar evidencia documental sobre el tambo de Dumapara,  dice: “se abre el debate sobre el nombre actual –de Dumapara- , que al parecer se ubicaría a principios del siglo XX o finales el XIX, quizás con la llegada de los primeros estudiosos del complejo arqueológico, los mismos que a falta de un nombre propio, ya perdido en la historiografía local, lo habrían denominado Dumapara” (Idrovo, 2015, p. 34), luego en el acápite “Los descriptores del sitio Dumapara” señala que fue don Francisco Talbot quien en 1916, por primera vez, describió el sitio e identificó el lugar como Duma-para, “Peguntándonos, dice, si no fue desde su pluma que se originó el nombre del complejo monumental que ahora investigamos” (Idrovo, 2015, p. 37).
Es más, al parecer Idrovo está convencido de que el término Dumapara es un neologismo creado por Talbot, ya que en la página 28, al referirse a “El Quichua y el Cañari”, de Octavio Cordero Palacios afirma que: “A partir de esta obra escrita poco después (1923) de la publicación de Francisco Talbot, en donde por primera vez se consigna el nombre de Dumapara, el sitio comienza a identificarse de esta manera” (Idrovo, 2015, p. 29).  A nuestro entender atribuye a Cordero Palacios la divulgación del término Dumapara, sin embargo, estimamos que debe estar claro, Tumapara o Dumapara es un toponímico regional de largo aliento histórico.
Casacono, Tamboviejo y Dumapara
Sobre los “Tambos Reales de Casacono”, que consta en la merced de tierras de Enríquez,  hemos identificado algunas referencias históricas. La primera cita documental que  encontramos sobre el término Casacono consta en  una merced de tierras que el cabildo de Cuenca hace el 5 de mayo de 1572 a Antonio de San Martín, decincuenta y  ocho quadras de tierra para sembrar entre Maribiña y Casacona en un lugar llamado Nabuenpata, en unos paredones del Inga, subidos los escalones del río de Casacono[4] yendo a Loxa, a mano izquierda”[5],  términos similares utilizará Francisco Enríquez catorce años más tarde para solicitar su merced de tierras en la misma zona: “media legua arriba de los Tambos Reales de Casacono, que están hacia mano yzquierda ansí como vamos desta ciudad para la de Loja, en el sitio que se dize Tumapara en unos paredones del Ynga questa sin perjuicio”.
Al parecer el topónimo Casacono o Cazacuna, hoy desaparecido de la geografía regional, abarcaba una zona mayor en la que se englobaban sitios como Tumapara o Dumapara, Nabuenpata, Callanaurco, Gaugualtula y otros, entre la confluencia de los ríos Chalcay y León hasta el pueblo de Cochapata, en el extremo suroriental de la zona, como lo veremos oportunamente.
Además de las ya citadas en las mercedes de tierras de San Martín y Enríquez, encontramos la que corre en “Testimonio de cómo el gobierno despachó cédula y comisión para reducir indios a sus pueblos”;  en el documento del 8 de octubre de 1618 se indica que el Licenciado Diego de Zorrilla, Oidor de la Real Audiencia de Quito, en cumplimiento de la reducción de indios de las provincias de Cuenca, Loja y otros partidos, dispuesta por el Virrey Príncipe de Esquilache, ordena y manda a don Sancho Fernández y Miranda, corregidor de la ciudad de Cuenca reducir a los indios que estaban dispersos en diversos lugares: “quemándoles las casas en que vivían en los dichos sitios, y que no les consintieran volver a ellos de manera alguna”.
Un grupo debía ser reducido a los tambos de Oña y otro al “de Nabún, donde se había de posar el Tambo Real de Casacono” en el que debía dejar tres casas para tambo y otras dos o tres para que vivan los tamberos.[6] Es de advertir que las reducciones de indios, como la que se realizó en 1573[7] y la que se efectuó en 1618, tenían entre otras finalidades las de despoblar zonas fértiles que en poco tiempo eran solicitadas mediante mercedes reales u ocupadas en virtud de composiciones de tierras, acaso con las tierras del Tambo Real de Casacono sucedió que pronto fueron incorporadas al hato o hacienda de Casadel, a raíz del traslado el sitio comenzó a denominarse “tamboviejo”, sustituyendo hasta nuestro días el histórico de Casacono o Cazacuna.
En un juicio por posesión de tierras, entre Ñamarin y Uduzhapa, en febrero de 1666 el demandante Joan Coronel de Mora, Alguacil Mayor de Cuenca, señala que las tierras en disputa  -Uduzhapa y Tasque-   se encuentran en “una caldera o joyada que está en el camino que va  del tambo de Casacono al de Oña”[8], es decir, entre los actuales cantones de Nabón y Oña, toda vez que el Tambo Real de Casacono fue trasladado a Nabún en 1618,  tal como hemos señalado en párrafo anterior, 48 años atrás.
A fin de confirmar que el Tambo Real de Casacono fue trasladado a Nabón, en otro pleito por tierras encontramos lo siguiente, en un texto de notificación judicial: “En el pueblo de San Juan de Nabón, llamado Casacono, en dos días del mes de marzo de mil setecientos y ochenta (…)”[9] sigue el texto de la notificación. En el mismo juicio se designa a Nabón como “tambo”.
Nuevamente recurrimos a un pleito por la posesión de tierras en 1827, esta vez entre Francisco Tapia, propietario de Tamboviejo –antiguo Casacono- y Sebastián Serrano, dueño de la estancia de Dumapara -confundida con el tambo de Casacono- a fin de demostrar que esta estancia formó parte de la hacienda de “El Paso” y en la época colonial estaba considerada como “quesera” del hato para cría de ganado que poseía la familia Coronel de Mora.
En el expediente promovido por Francisco Tapia, el ciudadano Sebastián Serrano y Argudo dueño de la hacienda de “El Paso”, presenta un interrogatorio que deberá ser respondido por algunos testigos, mediante el cual trata de demostrar que la estancia de Dumapara, lindante con la tierras de Tamboviejo, le han pertenecido a él y a su padre; que el finado capitán Antonio Coronel del Mora y Cevallos,  propietario anterior de “El Paso” tuvo su quesera en tierras de Dumapara ;que  el antiguo camino viejo (Capagñan)  pasaba por el centro de Tamboviejo ;  y si el camino llamado real, que corre cerca de Dumapara, es de construcción de pocos años. Concurren cinco testigos quienes coinciden en lo sustancial por lo que vamos a transcribir una de las respuestas.[10] Paréntesis nuestro.
Declaración de Juan Manuel Quezada –blanco, de edad de más de setenta años–, quien a la:

quinta dijo que así mismo es cierto que el Capitán don Antonio Coronel de Mora[11], como dueño de la hacienda de Paso y de los sitios de Dumapara, había tenido su quesera de ganado vacuno y corral; que aunque el testigo no alcanzó en aquel tiempo, pero que el finado don Mariano Coronel de Mora, a quien le conoció, que éste como hijo legítimo del antes dicho don Antonio, permaneció bastante tiempo con dicha quesera; y el hijo de dicho don Mariano, nombrado don Pedro Coronel de Mora, destruyó y alzó dicha quesera; que tanto el ganado vacuno, como el yeguno de los expresados Coroneles se mantenían en dichos sitios de Dumapara, como igualmente en los de Tamboviejo por haber estado en aquel tiempo en verbo (sic) sitio, sin que se siembre cosa alguna y bajo el cuidado de los indígenas de cuenta.
Sobre este aspecto cabe indicar que en un plano de Dumapara elaborado por Antonio Fresco y reproducido por Anne Marie Hocquenghem, en la página 31, hacia el Occidente se señala una construcción no bien definida con el literal que reza: E.-  Corral?; la sospecha del arqueólogo español, debería ser tomada en cuenta e investigada a fin de confirmar o descartar que Dumapara fue una “quesera” o ganadería de propiedad de la familia Coronel del Mora.
En la sexta pregunta el testigo afirma que: por boca de su finada tía Gregoria Quezada y de otros muchos más ha oído que el      Camino Real Antiguo era por el centro de Tamboviejo, en donde había una casa de tambo para el alojamiento de los correos y pasajeros, y que el Camino Real que hoy se halla es de pocos años a esta parte respecto al antiguo; que así mismo ha oído el declarante por voz común de que al centro de Tamboviejo hay vestigios hasta la fecha de haber habido unos paredones del Inca, inmediato a la casa del indígena Bacilio Salazar a más de los paredones que existen en los sitios de Dumapara.[12]
De acuerdo a esta declaración y a las de otros testigos que comparecen en el proceso en la zona se encontrarían dos sitios arqueológicos e históricos, el de Dumapara y el de Tamboviejo, antiguo tambo de Casacono. Apoya nuestra presunción la merced de tierras de Francisco Enríquez ya aludida anteriormente.
Para terminar este acápite, el 19 de febrero de 1848 en la parroquia de Nabón, del cantón Girón, se efectúa una diligencia judicial, a cargo del Alcalde y su Asesor, funcionarios posiblemente del cantón Girón, a fin de determinar el sitio de Casacono y otros relacionados con Cochapata, así mismo en un pleito por tierras entre vecinos e indígenas del lugar. Se designaron peritos, seguramente entre conocedores de los lugares en cuestión, quienes “dijeron que el sitio en el que se hallaba el Sr. Alcalde se denominaba por notoridad (sic) Tamboviejo de Casacona”.[13]
Tamboviejo y Dumapara
Sobre Tamboviejo Idrovo escribe:

Se trata de un pequeño caserío localizado al occidente de Dumapara, pero a poquísima distancia del mismo. No se han realizado reconocimientos, investigaciones arqueológicas, etnohistóricas o etnográficas sobre el lugar, pero podría suponerse que, una vez abandonado el primer sitio, nuevos edificios construidos en el período colonial temprano pudieron sustituir al primero, lo cual amerita igualmente varias preguntas: ¿hasta cuándo funcionaron las instalaciones inkaicas en Dumapara? ¿Fueron las mismas destruidas durante las guerras en el ocaso del Tawantisuyo? ¿Sobrevivieron durante algún tiempo más, empleadas como parte de la infraestructura vial del Qhapaqñan que los españoles continuaron utilizando? (Idrovo, 2015, p. 48). 

Sobre este párrafo comentamos: resulta ineludible investigar en torno a Tamboviejo a fin de confirmar o desvirtuar que en este sitio posó el Tambo Real de Casacono, al parecer Idrovo sospecha que Tamboviejo-Casacono fue ocupado en el período colonial temprano, mientras la documentación estudiada por nosotros demuestra lo contrario y finalmente “la estructura vial que los españoles  continuaron utilizando” no es la del Tambo Real de Casacono, si no la que los españoles abrieron  raíz del traslado del tambo de Casacono a Nabún (Nabón) en 1618, acercando la vía a las míticas ruinas de Dumapara, tal como conocemos ahora.
Ahora bien ya hemos visto que “Tumapara”, escrito luego con “d”, asoma en la merced de tierras solicitada por Enríquez en 1586, en la que queda muy clara la distinción entre los dos sitios, Tambos Reales de Casacono y Dumapara, incluso el doctor Idrovo aludiría a esta solicitud en la página 100 de su Tomebamba. Arqueología e Historia de una ciudad imperial, como ya hemos anotado. Luego Dumapara es citado como quesera del hato de “El Paso” por don Pedro Coronel del Mora en 1708, condición que es confirmada por los testigos de Sebastián Serrano y Argudo en el juicio entablado por Francisco Tapia en 1827 cuando declaran que Dumapara fue quesera de los descendientes de don Pedro Coronel de Mora, luego la sentencia del juez dictada en Girón en 1828, con lo que demostramos que Dumapara, Tumapara o Tumapata, en fin como se escriba, no es un topónimo surgido de la pluma de don Francisco Talbot Niemes si no que ha estado presente en la documentación colonial, acaso en pocas ocasiones, o tal vez falta investigar en este sentido a fin de comprobar con mayor certeza la presencia de esta designación geográfica, acaso cañari, en nuestro corpus histórico-cultural letrado a partir del siglo XVI. Más allá de las significaciones toponímicas, un nombre de un sitio o lugar nos remite a realidades geohistóricas con profundo contenido humano, económico, social y cultural.
En el caso de Dumapara sabemos que hay diversas designaciones, acaso cañaris, acaso quichuas que nos remiten a una realidad: en 1586 fue identificado como un sitio, en que solicitaba al cabildo de la ciudad, 58 cuadras “para hacer sementera” para el sustento de la mujer y los hijos de Francisco Enríquez, servidor del rey de España en la Gobernación de Yaguarzongo y Pacamoros, solicitante,  además, de la vecindad en Cuenca del Perú en la que al parecer pretendía residir definitivamente; que el sitio, al hoy que conocemos como Dumapara estaba “media legua arriba de los  Tambos Reales de Casacono”. En consecuencia, se trataba de dos lugares cercanos pero distintos en cuanto a su ocupación humana y su función social, la solicitud es clara, “en el sitio que se dice Tumapara, en unos paredones del inga, que están sin perjuicio”.
 ¿Para qué quería Enríquez un sitio en el que había unos paredones del Inga? ¿Para hacer sementera y “huaquear” los posibles tesoros que los paredones podían esconder? ¿Fue esta también la razón por la cual los Coronel de Mora la mantenían como “quesera” del hato de ganado vacuno y caballar de El Paso? ¿Fue esta la razón por la que Talbot escribe: “Admira que desde el año de 1534, en que Diego de Almagro y Sebastián de Benalcázar, por orden de Francisco Pizarro, vinieron desde Piura a Quito, por Loja y Cuenca, nada se haya dicho de la existencia de las ruinas de Duma-para, menos de lo que pudieron haber sido, ni de la raza que las construyera”? (Talbot, s.f., p. 137).
Por otra parte, resulta más que evidente que Casacono, donde posaban los Tambos Reales, pasó a ser conocido como Tamboviejo a partir del traslado que se realizó en 1618 al sitio denominado Nabún, donde se desarrolló históricamente el actual centro cantonal de Nabón.
Dumapara y el Capagñan
Cabe también pensar que los conquistadores, Almagro y Benalcázar, como piensa Talbot,  acaso no vieron Dumapara porque el tambo del Capagñan, en caso de que circularan por este tramo[14], se encontraba media legua más abajo hacia el occidente y luego, el sitio de Dumapara fue acaso despoblado en 1573-74, con la reducción que se hizo de los súbditos del cacique don Luis Juca (Truhan, 1995), al pueblo de Paccha por orden de Visitador General y Oidor de la Real Audiencia de Quito, licenciado Francisco de Cárdenas, mientras permanecía activo el que otrora fuera Tambo Real de Cazacuna o Casacono, hasta la nueva reducción de indios realizada en 1618, cuando se trasladó el tambo de Casacono a Nabún -Nabón-, ocho kilómetros al norte, a fin de dejar libres esas tierras para ser incorporadas al hato de Casadel, del que dependía Tamboviejo,  lo que obligó a un nuevo trazado del Camino Real Colonial por la “quesera” del hato de “El Paso”, trazado nuevo que pasó cerca de “los paredones” de Dumapara, mientras que con el paso del tiempo el Tambo Real incásico pasaba a denominarse Tamboviejo de Casacono y finalmente Tamboviejo, donde también “al centro de Tamboviejo hay vestigios hasta la fecha- 1827-  de haber habido unos paredones del Inca, inmediato a la casa del indígena Bacilio Salazar a más de los paredones que existen en los sitios de Dumapara”, como reza la declaración de Juan Manuel Quezada en el juicio por tierras entre Tapia y Serrano.
Ahora bien, desde Uhle, González Suárez, Antonio Fresco, Ricardo Espinosa, “el caminante” hasta Jaime Idrovo han identificado a Dumapara como el tambo incásico del Capagñan, atribuyéndole ser el de Cazacuno, citado por el cronista Guamán Poma; con acierto Hocquenghem afirma que:

el sistema de tambos fue restablecido en parte por las autoridades españolas, como lo indica en 1543 Vaca de Castro (Ed. 1908). Los tambos coloniales por lo general fueron las mismas estructuras que usaron los incas, aunque no siempre. La lista de tambos de Guamán Poma de Ayala es la colonial y nos parece, en ciertos casos, arriesgado atribuir el nombre de uno de los tambos citados por este cronista a un sitio arqueológico particular (Hocquenghem, 2009, p. 31).

Sin embargo, las evidencias documentales presentadas por nosotros nos autorizan a sostener que el incásico Tambo Real y el colonial Tambo de Casacono estuvieron ubicados hasta 1618 en el mismo sitio, denominado luego Tamboviejo y que Dumapara, dos o dos y medio kilómetros al este, no fue tambo ni en el incario, ni en la Colonia. De aquí que nos parezca acertado lo que Idrovo Urigüen señala en sus “Conclusiones preliminares”:

Los nombres con los que identificamos a los distintos conjuntos y elementos del Complejo Arqueológico y Monumental de Dumapara forman parte de una aproximación histórica y funcional a este tipo de ocupaciones, que se relacionan con la presencia Inka en los Andes septentrionales, los mismos que generalmente y este es el caso de Dumapara, se superponen a antiguos asentamientos aborígenes, en este caso identificados con la etnia o nación Cañari (Idrovo, 2015, p. 127).

Las conclusiones preliminares
Preciosas y sagradas ruinas, dice Talbot del Complejo Arqueológico y Monumental, al que califica de gran ciudad que se extiende hacia el sur por un área recorrida a caballo de aproximadamente una hora, es decir, alrededor de una legua castellana, esto es como 4.190 metros, extensión que con mucho rebasa el actual perímetro del complejo arqueológico estudiado por Idrovo, no cabe duda que en Dumapara se produjo una simbiosis cultural cañari ,inca y  castellana que requiere un mayor esfuerzo investigativo.
Quizás valga la pena retomar las inquietudes de Francisco Talbot Niemes: ¿en qué tiempo fue construida Dumapara? ¿Qué pueblo o etnia la levantó? ¿Surgió con anterioridad a la conquista incásica? ¿Fue obra del incario y por qué no fue conocida historiográficamente en tiempos coloniales? y de nuestra cosecha: ¿es válida la propuesta de Glauco Torres Fernández de Córdova, a la que hemos aludido en líneas anteriores?  
Si bien, en el informe de Idrovo y al parecer en el estudio de Fresco, se sostiene que la estructura arquitectónica de las construcciones corresponde al estilo incásico, nos llama la atención, al igual que al autor del libro que comentamos: “la ausencia total de cerámica inca, a excepción de contados fragmentos sobre los cuales tenemos dudas” (Idrovo, 2015, p. 79), afirmación repetida varias ocasiones en el texto que comentamos. Sobre este particular afirma que:

(…) nos encontramos con un cuerpo cerámico de piezas fundamentalmente utilitario –domésticas, en donde se privilegian los recipientes para líquidos, ollas para la cocción, representados por un total de 86 fragmentos con hollín, localizados en las “kallancas asociadas y la kancha lateral”, más 17 en las excavaciones en el “Cementerio”, al igual que cuencos y otros recipientes de servicio de alimento (Idrovo, 2015, p. 107).

En conclusión dice, estaríamos tratando, tanto en el caso de “las Kallancas” como en “el Cementerio” y el “Promontorio”, de actividades domésticas que escapan a una función religiosa o militar, especialmente en el primer caso, aunque en el segundo, la presencia de las sepulturas y pozos de ofrenda confirman este hecho, pero asociado a la presencia de grupos humanos que vivían en el lugar, sin que la producción alfarera, marque una diferencia entre ambos factores ” (Idrovo, 2015, p. 107-108). En resumen, ante la ausencia de cerámica inca, se afirma la presencia cañari en el sitio, por lo que “se vuelven ahora más que nunca imperiosas nuevas excavaciones especialmente en la “Residencia Inka” y en las Qhollqas”, en donde se supone debería hallarse materiales culturales de procedencia inkaica” (Idrovo, 2015, p. 107-108), nuevas excavaciones que deben apuntar también Tamboviejo o antiguo Casacono, acotamos nosotros.
Las afirmaciones anteriores del arqueólogo Idrovo confirman nuestra tesis: Dumapara no fue en ningún momento de su historia un tambo incásico, ni un tambo colonial,  por lo que se afirma la presunción de don Francisco Talbot al pensar que se trata de un centro poblado,  posiblemente de origen cañari, decimos , cuyos sitios ceremoniales y militares debían encontrarse en un ámbito geográfico mayor, como puede ser el caso del cerro conocido como “el Queso”, al este de Dumapara, y el Castillo, como fortaleza militar a cuyo extremo norte se encuentra una portada antiguamente denominada Ingapirca, hoy de propiedad de Graciela Vintimilla. Es también posible que en la laguna de Cado se haya ubicado un centro ceremonial de los cañaris, porque estamos de acuerdo con la afirmación de “que nos encontramos frente a una forma de organización social de tipo Kurakazgo que sin duda formaba parte de un área mucho mayor, concebida como un señorío que incluía los actuales cantones de Nabón, almenos una parte de Girón y Santa Isabel, al igual que Oña en el extremo Sur” (Idrovo, 2015, p. 138), propuesta coincidente con la nuestra  que corre en el artículo titulado “Breves acotaciones en torno a Dumapara ¿ciudad cañari o tambo incásico?”, aún inédito.
Por lo expuesto en este estudio, Dumapara es un sitio cañari-inca atravesado por el Camino Real Colonial, que merece un estudio interdisciplinario; anunciamos la  posibilidad de ampliar este trabajo con nuevas acotaciones en torno a “Algunas reflexiones históricas sobre Nabón”.
Notas críticas:
1.- En la página 45 encontramos el siguiente comentario: “(2) Por lo visto, Fresco no ha recorrido o no conoce la zona, puesto que el río León se halla al sur de Dumapara y por lo mismo, bastante más hacia  el sur  de Nabón”
Para nuestro concepto el río León, nace con el nombre de río Nabón,  recoge las aguas de un  ángulo geográfico que se forma entre el Nudo Portete-Tinajillas-Silván y la Cordillera Oriental; a su paso por Zhiña se denomina León o Leonhuayco, sus aguas corren de Norte a Sur hasta su unión con el río Uduzhapa,  desde donde comienza a derivar al Occidente para unirse con el río Ridcay y formar el Jubones que desemboca el Océano Pacífico, en la Provincia de El Oro. A su paso por la cabecera cantonal de Nabón y Dumapara, el río León se encuentra hacia el Occidente de estos dos sitios geográficos; para llegar a Dumapara o a Tamboviejo desde el centro cantonal hay que atravesar el río Chalcay, tributario del León por la banda izquierda, debía ser vadeado por la ruta del Capagñan y del Camino Real Colonial a la altura de Chalcay.
2.-  Del Plano de Nabón, elaborado por el IGM, dice, se han obtenido los siguientes datos geográficos de interés para la zona:
- “.Charcay o Cochapata (Charcay de Cochapata). Rio Charqui. Al parecer se  trata de un error de imprenta, puesto que son dos sitios diferentes, en cambio queda la duda si el segundo vocablo hace referencia a  una laguna en cuyos alrededores existían terrazas agrícolas y, si ambos elementos en el lugar actual del poblado o en su periferia .De otro lado la palabra Charqui indica una práctica andina ancestral consistente en la desecación de la carne. ¿Se realizaba la misma en el lugar, o almenos en las tierras más frías?” –pag.47-
La verdad que no alcanzamos a comprender tanta confusión : Chalcay, así consta en los documentos coloniales, es una localidad cercana a la cabecera cantonal de Nabón, junto al río del mismo nombre, ubicada al Norte de Dumapara, pasando el indicado río; aunque hay otro sitio con la misma denominación, cercano a Tamboviejo y Dumapara, probablemente sea conocido como Chalcay de Cochapata; Cochapata, es parroquia del cantón Nabón, se localiza a 3 km aproximadamente al Sur de Dumapara, es posible que en la época aborigen existieran las terrazas de cultivo, de cuya práctica se habría derivado el nombre actual; el río Charqui no consta en la hoja geográfica del IGM; el caserío de éste nombre antiguamente formó parte del hato ganadero o hacienda de El Paso como quesera, según lo afirma Pedro Coronel de Mora, como hemos visto en líneas anteriores; es posible que en esta estancia se secaba la carne de res en tiempos coloniales. Debemos advertir que en la hoja geográfica del IGM los dos sitios de Nabón y el rio constan como Charcay, nombre de una localidad  y rio de  la provincia de Cañar.

3.-  “Tambo Grande, Lomas de Shuna; la ubicación del lugar coincide con la de Dumapara. Por lo mismo, es posible que sí existiera en la memoria colectiva la noción de un Tambo de importancia regional, identificado con este Complejo arquitectónico, aunque, claro, se trata de una designación general que no incluye tampoco el nombre original del mismo. En cambio la palabra Shuna no se halla en ninguno de los diccionarios de Kechua consultados ni en el referente al kañari escrito por Octavio Cordero Palacios, pese a ello se supone que se trata de una denominación de origen local o quizás incluso, una deformación de Shiña que se habría producido en este paraje” –pag.47-
No hemos logrado ubicar en la hoja geográfica del IGM un sitio con la denominación de Tambo Grande; no sólo en la memoria colectiva subsiste el recuerdo de un tambo de importancia en la zona, ya hemos visto que permanece también en la documentación de la época. Recordamos a Tamboloma, en el antiguo camino de herradura de ingreso por el Norte a Nabón, posiblemente ese camino fue parte del histórico Capagñan y del Camino Real colonial.
En lo que respecta a Shuna conviene decir que así se denominaba la estancia que heredó doña Isabel Carrasco Serrano, cuando se dividió la hacienda de El Paso, luego del fallecimiento de su madre doña Dolores Serrano Gonzales; consideramos que no puede ser una derivación de Zhiña, pues en Toponimias Azuayas, de Oswaldo Encalada, hemos encontrado: Shunan. (Nombre Cañari)- Localidad de Chordeleg, parroquia del Cantón Gualaceo, 1990, pag. 295, lo que nos exime de mayor comentario.
4.- Loma de Pururo o Queso; de Pururo o Puru= calabaza, cosa vacía, mientras que la identificación como “Queso” le viene de la forma que adquiere la  cima del cerrillo, con la reproducción ideal de este producto lácteo. Es además conocido el sitio como un lugar en donde se halla abundante cerámica prehispánica, al igual que restos óseos. Se localiza más o menos a un kilómetro al sur de Dumapara” –págs. 47-48-b
No hemos escuchado la denominación de Pururo de este cerro; en El Paso le conocíamos como “queso” por su forma semejante a este producto; en la hoja geográfica del IGM encontramos la Loma  Sucurrumi, al Noreste de Dumapara que a nuestro criterio es el cerro generalmente conocido como Queso.
5.- Gurudel; Traducido por Octavio Cordero Palacios como “Lugar de Cochapata, Cañari”.
Octavio Cordero Palacios en El Quichua y el Cañari, pag. 257 trae el término como Garudel; en la hoja geográfica del IGM consta como Loma Garudel
5.- En la página 83, en la parte final de la descripción del sitio el Cementerio, escribe…”desciende más de 400 m. en lo que parece ser una serie de deslizamientos de suelos que se proyectan hacia la cuenca del río Nabón. –pag.83-.
En Nuevos estudios sobre el Azuay Aborigen, bajo la coordinación de Napoleón Almeida, Universidad del Azuay, 1991, pag. 54, encontramos la transcripción de unos datos geográficos de la Dra. Guadalupe Larriva de Ávila: “Su hidrografía está formada por las redes fluviales que forma el río Nabón, que nace en las alturas de Allparupashca, se enriquece con las aguas que provienen de riachuelos y quebradas que bajan desde el nudo                        de Tinajillas y las alturas del Silván, sus aguas se dirigen al oeste y forman el río León”; en un acápite anterior ya hemos indicado que el río León, nace al Norte del valle con el Nombre de Nabón, como lo indica la Dra. Larriva,  luego toma el nombre de León o Leonhuayco y  sus aguas corren al Occidente de Dumapara que está bastante al Sur del río Nabón.
6.-  En la página 38 transcribe una parte del texto de Talbot Niemes:” La población urbana de la ciudad de Duma-para pudo fluctuar entre cincuenta y sesenta mil habitantes; y la rural en ciento cincuenta mil dado el sinnúmero de ruinas enormes que se encuentran a cada paso, en unos tres kilómetros de radio, siendo la más compacta la comprendida en un arco que va del noreste al sur, principalmente en Ancu-Loma”.
En la página 55 Idrovo manifiesta la necesidad de “extender el área de prospección y de estudios arqueológicos almenos en un kilómetro a la redonda de la zona nuclear” por la cantidad de vestigios que se distinguen a nivel superficial, dice, y continúa “En referencia a lo expuesto debemos recordar que Talbot pone como límite supuesto del área del área de Dumapara el punto conocido en la época como Ancu Loma, tratándose de un cerrillo localizado en el sitio El Paso, por detrás de la Loma del Queso, a donde se accede por vía carrozable, ya sea desde Nabón o Cochapata en cerca de 40 minutos; aunque claro, si se camina desde el Complejo arqueológico, la distancia se acorta considerablemente”
Consideramos que Idrovo está errado en su apreciación al atribuir que el “arco que va del noreste al sur” se localice  entre Dumapara y Ancu Loma, el “cerrillo  localizado en El Paso”, puesto que entre estos dos sitios existe una distancia superior a los 3 kilómetros de radio  que indica Talbot; en la hoja geográfica del IGM se observa a Anculoma al Este de Dumapara, en la cabecera Oriental de El Paso ; en el extremo Occidental corre el río Chalcay, que cambia de rumbo en la estrecha garganta de Guayllas para rendir tributo al rio León aguas abajo,  por un angosto callejón rodeado por los flancos del Castillo y Sucurrumi; en El Paso, en  el estrecho callejón del río, ni  en sus verticales acantilados hemos observado construcciones prehispánicas, por lo que deducimos que el sitio al que alude Talbot como Ancu-Loma,  se encuentra al Sur del Complejo Arqueológico estudiado por Jaime Idrovo, quizás al término de la planada que se extiende en dirección a Cochapata y acaso sea  conocido hoy como Media Loma.
Cuenca, 24 de agosto de 2018.











Bibliografía:
Carrasco V., Manuel. (2015).  El paso: una hacienda tradicional en el Centro Sur del Ecuador. A la sombra de Clío. Escritos de historia de toda una vida. Cuenca: Cátedra Editores.
Chacón Z., J. (1983).  Quinto Libro de Cabildos 1579-1587. Cuenca, Xerox del Ecuador..
Hocquenghem, A. M. (2009). La red vial incaica en la región sur del Ecuador, consultado en línea en: http://www.hocquenghem-anne-marie.com
Idrovo, J. (2000) Tomebamba. Arqueología e Historia de una ciudad Imperial. Cuenca: Banco Central del Ecuador.
Idrovo, J. (2015). Dumapara. Un sitio kañari-inka atravesado por el Qhapaqñan. Nabón: Fundación Inka / Municipio de Nabón.
Talbot, Francisco. (s/f). Las ruinas de Duma-para” en Octavio Sarmiento Abad, Cuenca y yo, tomo IV. Cuenca: Editorial Amazonas.
Torres Fernández de Córdova, G. (1982). Diccionario Kichua-Castellano. Cuenca: Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”, núcleo del Azuay.
Truhan, D. (1995). De repartimiento a reducción. La experiencia colonial del pueblo de San Francisco de Paccha. (Corregimiento de Cuenca), Universidad y Verdad # 17, pp. 93-121.
Mapa elaborado por Francisco Fienco

 




[1] Quinto Libro de Cabildos 1579-1587, versión del Dr. Juan Chacón Z., pp. 516. 
[2] En efecto Glauco Torres en su Diccionario Kichua-Castellano-Yurakshimi-Runashimi, indica que Tuma o Dumma fue el último cacique independiente de los situmas o cañaris y rendido ante Túpac Yupanqui mandó a construir en Tumapata su tierra, un hermoso palacio para el inca y sus tropas, seguramente, dice, los arquitectos del Cusco habrán dirigido esas obras, para las que los Cañaris no estaban aún preparados.
[3] Copia de la sentencia dada por el Alcalde del Cantón de Xirón, Don Juan Ordóñez, en el pleito seguido con Dn. Sebastián Serrano y Dn. Francisco Tapia por Dumapara, agosto 12 de 1828.
[4] El río de Casacono posiblemente sea el río León que atraviesa la zona de norte a sur y corre al occidente de Dumapara.
[5] Merced tierras solicitada por Antonio de San Martín al Cabildo de Cuenca, 5 de mayo de 1572, archivo del autor.
[6] Documentos, de la Revista del Archivo Nacional de Historia, Sección del Azuay, # 10, Cuenca, 1996, pp. 176-181. Véase: Carrasco V. Manuel. (2015). Nabuenpata, Nabún, Nabón.  A la sombra de Clío. Escritos de historia de toda una vida.
[7] Véase: L. Truhan, Deborah. (1995). De Repartimiento a reducción. La experiencia colonial del pueblo de San Francisco de Paccha (Corregimiento de Cuenca), en Universidad y Verdad # 17.
[8] Causa de querella seguida por Joan Coronel de Mora contra Juan Sánchez de las Heras y Quezada, 1666. Archivo privado del autor. Para facilitar la lectura hemos actualizado la ortografía.
[9] Juicio por las tierras de Chalcay entre doña María Coronel del Mora y don Manuel Ordóñez Morillo, febrero de 1780, archivo del autor.
[10] Quizás convenga aclarar que las tierras del actual cantón Nabón hoy se presentan erosionadas, con pocas zonas fértiles, en el pasado aborigen y en el período colonial temprano, debían ser fértiles, con abundantes pastos naturales, bosques y agua porque en ellas se establecieron numerosos hatos para la cría de ganado vacuno, caballar y mular.
[11] En 1748 vende la hacienda Guagualtula a su hijo natural Fernando.
[12] Expediente promovido por Francisco Tapia contra Sebastián Serrano y Argudo por los linderos de Dumapara y Tamboviejo, Cuenca Nov. 2 de 1827, archivo del autor.
[13] Diligencia judicial del 19 de febrero de 1848, archivo del autor. Nabón fue parroquia de Girón hasta el 7 de julio de 1987, fecha de su cantonización; Cochapata es una de las parroquias del cantón Nabón.
[14] Max Uhle al parecer identifica 3 caminos que conducen del sur al norte en esta región: uno hacia el occidente, otro por el centro, acaso el de Casacono –Dumapara dice él- y un tercero al este de Oña y cerca de Zhingata, al este de la hacienda “El Paso”.

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