Breves acotaciones en torno a Dumapara ¿ciudad cañari
o tambo incásico?
En un corto
artículo publicado en “Claves de la historia de Cuenca”*, enfrentados a otras
lecturas y diversas fuentes documentales planteamos la posibilidad de
encontrarnos manos a boca con otra historia, esto es, con una historiografía al
margen de la “historia oficial”, aquella que corre escrita en los textos de
enseñanza en base de las opiniones de “las autoridades”; así, nos permitimos
reflexionar en torno a Guapondélig, Tomembamba y algunos otros topónimos que
nos remitían a una cotidianidad
histórica que podía tambalearse frente a nuevas evidencias y propuestas
historiográficas y documentales.
*Tomebamba. La otra historia…de las fuentes
oficiales a las cotidianas, 2017, pps. 37-41
Así, Dumapara o Tumapara,
la legendaria ciudad cañari o tambo inca, envuelta en un tupido velo de
leyendas, interpretaciones historiográficas y criterios contrapuestos
constituye uno de los sitios arqueológicos, y en consecuencia un corpus
histórico, que invita al debate y la confrontación en aras de establecer un
mediano acercamiento a su concepción fáctica y dilucidar dudas y
contradicciones que constituyen hasta ahora su entorno.
Dejemos por ahora
lo de Surampalli y Tomebamba a fin concentrarnos en algunos aspectos en torno a
los cañaris –kañaris según Idrovo Urigûen- o situmas, que tuvieron como
gobernante, en tiempos de la fundación castellana de Cuenca, entre otros, a
“Duma (un cacique de Sígsig) testigo que fue de la fundación española de
Tomebamba” (Burgos, 2003, p. 14), al respecto,
queremos pensar que esta expresión es una especie de metáfora o algo por
el estilo, utilizada por Burgos Guevara
para referirse a la presencia del indicado curaca en la fundación castellana de
Cuenca, puesto que al escribir sobre historia hay que ser muy cuidadosos y precisos en las
referencias, ya que no quisíeramos, ni
de broma, encontrarnos por ahí con alguien que sostenga que “Tomebamba fue fundada por los
españoles”, porque así lo dice Hugo Burgos, ubicándonos de pronto en el
plano de otra historia!.
De Duma, al
parecer y según Burgos, se derivó el topónimo Dumapara*, que “consta(n) como
tambos y aposentos reales en la vecindad geográfica de Tomebamba-inca” (Burgos,
2003, p. 14). Ahora bien, Tomebamba ¿fue una “ciudad” o una “provincia” inca
que se impuso por conquista al pueblo cañari? Luis Espinoza E., con acierto, se
pronuncia por la segunda opción y ha logrado identificar en ella cuatro núcleos
poblacionales, quizás preexistentes a la presencia inca: Hatun-Cañar,
Pumapungo, Molleturo y Cañaribamba (Espinoza, 2010) mientras Burgos indica que
“Los cronistas nos dicen que el pueblo cañari de la antigüedad basaba su
territorialidad y cultura en tres epicentros: Hatun-cañar, Tomebamba y
Cañaribamba” (Burgos, 2003, p. 14).
Mas, para nuestros
fines no es suficiente señalar uno o más núcleos territoriales y culturales,
sino que es necesario vincular a la sociedad cañari con un ámbito más amplio,
relacionándola con la estructura
geográfica que la sustenta a fin de lograr una síntesis dialéctica entre lo diacrónico y lo sincrónico de este pueblo, en consideración de los fenómenos sociales en su dimensión temporal y espacial que rebase
una visión coyuntural a fin de insertar el análisis, la explicación
y comprensión de su sociedad en la
proyección de la larga duración temporal y la amplitud geográfica regional.
*La fuente lingüística e histórica de Burgos
es Glauco Torres Fernández de Córdova, quien trae: Tumapata.s. residencia del
cacique Tuma de los situmas, quien contrarrestó la invasión inka de Tupak Inka
Yupanqui, en Diccionario Kichua-Castellano.Yurakshimi-Runashimi. Tomo I. 1982,
pp 281. Es de advertir que el antiguo quichua o quechua carecía de t y, ante
dificultades de pronunciación los castellanos la mudaron por d.
Una región “está
constituida más allá de las homogeneidades que presenta el espacio físico que la limita, puesto que se trata de una
construcción en el tiempo, cuya dinámica moviliza factores que van desde lo
económico hasta lo cultural” (Idrovo y Gomis, 2009, p. 11). Como anotan los
autores de nuestra referencia, una región es un corpus social que puede
aglutinar los territorios más diversos desde un punto de vista geográfico, a
fin de sincretizar en análisis e interpretaciones de carácter geohistòrico
–tiempo y espacio- las diversas realidades
de las sociedades humanas del pasado o el presente.
Desde este punto
de vista nos parece legítimo hablar de la región de los pueblos cañaris en el
Austro ecuatoriano, cuya presencia ha sido señalada por Espinoza y Burgos como
hemos visto con anterioridad. Sin embargo, pensamos que el cuarto cuerpo
social, en el caso de Espinoza y tercero en el caso de Burgos,
-Cañaribamba- queda limitado al
subtropical valle de Yunguilla y sus anexos occidentales, por lo menos así
piensa Cordero Palacios, quien al referirse brevemente a las relaciones geográficas
de 1582, enviadas por el corregidor Antonio Bello Gayoso al Virrey del
Perú, dice: “El Padre Juan Gómez, por lo
que hacía a Cañaribamba –hoy El Pucará, Chahuarurcu, El Pasaje y Machala- dijo:
“Y en cuanto al lenguaje que hablan, que se dice Cañar, es toda una, aunque
diferencia este pueblo de los demás pueblos Cañares en algunos vocablos, empero
todos se entienden sin que haya otro lengua entre ellos” (Cordero Palacios, 1981,
p. 18).
Ahora bien, la
historia oficial ha consagrado la denominación de “cañaris” para los pueblos, que entraron en contacto con los
castellanos al momento de la conquista, sin embargo, al parecer, existe una crónica que se dice ha sido escrita por Alonso
Castro de Lovaina en 1582 titulada “Gobierno de los situmas antes de los
señores yngas comenzasen a reinar y trata quienes fueron y mandaron en aqueste
valle”, debe entenderse, en el valle de Cañaribamba, del que Torres Fernández
de Córdova anota: Kañaripanpa.s. top. Nombre kichua del gran centro situma
cerca de la cabecera cantonal de Santa Isabel (Torres Fernández de Córdova, 1982, p. 136), denominado en lengua
situma Ganielbamba. (Así mismo situma
cambia a siduma, finalmente, duma)
Con esta visión
sobre Cañaribamba o Ganielbamba se
reduce notablemente el ámbito de la presencia cañari en la hoya del río Jubones
pues margina una extensa zona, ubicada al Oriente del valle de Yunguilla
–Cañaribamba- que se extiende en torno
al río León y sus tributarios, en la que se encuentran numerosos vestigios
arqueológicos aún no bien estudiados y en franco proceso de deterioro por la
acción del medioambiente y la mano humana, y que acaso debió estar también
habitada por cañaris o situmas por lo que vamos a exponer a continuación.
Según Bolívar Cárdenas
don Luis Juca (Xuca) fue cacique de Paccha y San Bartolomé de Arocxapa que, de
acuerdo al criterio del padre Alfonso Jerves, debió tratarse del cacique Don
Luis que asoma en el acta de fundación de Cuenca. –Bolívar Cárdenas E. Caciques Cañaris. 2da edición. Casa de la Cultura
Núcleo del Azuay.2010, pp. 56-
A propósito de
este cacique Deborah L. Truhan, con relación a la reducción de indios en 1573,
dispuesta por el Licenciado Francisco de Cárdenas, Oidor de la Real Audiencia
de Quito, refiere que “don Luis Juca fue señor de una unidad política extensa
que agrupó unos cinco pueblos de la sierra, más los cuyes y bolos de pie de monte5”, haciendo extensión
de su jurisdicción hasta Gima. –De
repartimiento a reducción. La experiencia colonial del pueblo de San Francisco
de Paccha. (Corregimiento de Cuenca), en Universidad y Verdad # 17, Universidad
del Azuay, 1995, pp 97-. A continuación
anota que “Don Luis Juca había venido de San Luis (Cumbe o Tarque), donde
anteriormente mandaba su provincia. También se trasladaron los pueblos de
Tarcán (una parcialidad de Tarque), Gima y Pichacay (Santa Ana) cuyos caciques
fueron sujetos a él de igual manera”- Truhan, pp 98-100-. Es decir un arco de
tierras que en términos actuales iría desde Santa Ana, pasando por Cumbe y
Tarqui, que al parecer fue el centro del dominio político de don Luis, hasta
Gima y sus entradas al Oriente.
Ahora bien, en un
juicio por disputa de tierras entre Joan Coronel de Mora, Alguacil Mayor de la
ciudad, y Juan Sánchez de las Heras y
Quezada, del 25 de febrero de 1666
encontramos que, en un alegato presentado por Coronel del Mora, la parte
contraria ha presentado como prueba “Una escritura de venta que hicieron los
indios de Paccha al Licenciado Juan Suarez de Ocampo, Presbítero difunto, del
sitio y cuadras de Uduzhapa y Tasque, en conformidad de Real Provisión de
Amparo” –Causa de querella seguida por
Joan Coronel de Mora contra Juan Sánchez de las Heras y Quezada,1666, archivo
privado del autor (para facilitar la lectura hemos actualizado la ortografía)
Un poco más
adelante se lee que el sitio “que los dichos caciques vendieron es en las
tierras calientes donde dicen tenían su sementeras de coca y ají y otras
legumbres conforme contiene dicha provisión, que son las dichas tierras de
Uduzhapa y Tasque, una caldera o joyada
que está en el camino que va del tambo de Casacono al de Oña y poseyó el dicho
Licenciado Juan Suarez, con cercas sin pasar de ellas, fundando un cañaveral de
caña dulce de castilla” –Ibid-
En resumen, en una
fecha que todavía no conocemos, don Luis Juca o sus descendientes, Luis Andrés
Juca y doña Úrsula Yurma, caciques reducidos al pueblo de Paccha, vendieron las
tierras calientes de Uduzhapa y Tasque, situadas al Sur de Gima, lugar identificado
en el estudio de Débora Truhan como término del dominio de los Juca, pero que, según los testimonios constantes en
la causa de querella seguida por Joan Coronel de Mora contra Sánchez de las
Heras*, estaban también estas tierras
calientes sujetas a dichos caciques por
lo que presumimos que la influencia política del clan Juca avanzaba hasta cerca
de Oña. *Es un extenso documento, cuyo
análisis e interpretación merece un estudio más amplio, queda como reto para el
futuro
A ocho kilómetros al sur de la cabecera cantonal
de Nabón, en la confluencia de los ríos León y Challcay se asientan las casi míticas ruinas de
Dumapara, cuya presencia fue dada a conocer por don Francisco Talbot en las
primera década del pasado siglo; como hipótesis proponemos que Dumapara puede
constituir un núcleo geo-histórico que se sumaría a los ya indicados por
Espinoza, en un caso, o por Burgos, en otro, para perfilar con mayor precisión
la presencia de los pueblos cañaris en la hoya del río
Jubones y en la región Austral del Ecuador, puesto que en su entorno se
localizan algunos centros arqueológicos de interés como son las ruinas de
Uduzhapa, también estudiadas por Talbot, la fortaleza de Chunasana, semejante a
la del cacique Duma en el Sigsig, el cerro de Sucurrumi o el Queso, la loma de
Castillo, Anculoma, en la cabecera de El Paso, los vestigios de Zhiña y otros más que por el momento se nos escapan.
La zona cañari de
Dumapara gira en torno al eje hidrográfico del río León, cuyas fuentes se
encuentran en el nudo Portete-Tinajillas, que cierran por el norte la hoya,
desde donde avanza al suroccidente para unirse con el Rircay, en las
inmediaciones de Cañaribamba, para formar el Jubones que desagua en el
Pacífico; por la orilla izquierda el río León tiene como tributarios a los ríos
Chalcay, Oña y Uchucay, estos dos últimos,
vínculos geográficos y culturales con Saraguro, hasta donde podría
avanzar la influencia cañari, cuyo extremo occidental lo encontramos en
Yacuviñay, en las cercanías de Zaruma, referencias que nos permiten un amplio
esbozo de lo que podríamos denominar Dumapara Cañari.
Francisco Talbot cree
haber encontrado en Dumapara una extensa y populosa ciudad: “Una hora de
recorrer ligeramente a caballo las principales ruinas de aquellos que al
parecer fueron soberbios edificios, cuyas paredes se levantan todavía a un
metro sesenta centímetros de altura, y se viene al convencimiento de que
aquellas son restos de una gran ciudad perdida en la noche de los tiempos” (Talbot,
s/f, p. 318).
Y la describe:
“Entre estas preciosas y sagradas ruinas, lo que más asombra es una enorme
gradería en una colina semicircular con un pequeño montículo al frente, y entre
éste y aquella, una hermosa planicie al abrigo del viento, de ciento sesenta y
cinco metros de diámetro, como que sirviera de plazoleta de ese famoso coliseo
que atestigua la existencia de un pueblo culto y de refina civilización. No
será exagerado calcular que allí se congregaban en las fiestas, cómodamente
para presenciar los espectáculos, más de cinco mil personas” (Talbot, s/f, p. 138).
La población urbana de la ciudad de Duma-para, dice, pudo fluctuar entre
cincuenta y sesenta mil habitantes; y la rural en ciento cincuenta mil, dado el
sinnúmero de ruinas enormes que se encuentran a cada paso, en unos tres
kilómetros de radio, siendo la más compacta la comprendida en el arco que va
del noreste al sur, iniciando en Anculoma*
*Para nuestro concepto este
topónimo cercano a Duma para ha desaparecido, pues el que cita Idrovo en su
informe se encuentra en la cabecera de la hacienda El
Paso a más de 3 km de distancia de Dumapara
Realiza Talbot una detallada descripción, dimensiones
incluidas, de la colina escalonada, a la que denomina coliseo, de cuatro
monumentales edificios y otras dependencias de la magnífica ciudad y anota:
“Muy cerca de esta pequeña ruina se observan vestigios de otras mayores y que
han sido destruidas por la ignorancia; pues, a principios de este siglo,
Doroteo Quezada, utilizó las piedras de estos sagrados muros para levantar
cercas divisorias. Así es como desaparece la clave de la prehistoria patria;
así es como a los historiadores se les obliga a fantasear en las nebulosidades
del pasado y a deducir caprichosas consecuencias. Ah, la ignorancia! (Talbot, s/f,
p. 140).
Dumapara está
situada: “tres kilómetros más o menos, al norte del pueblo de Cochapata y a las
faldas de una colina denominada actualmente Totorillas, cuya mayor altura es de
2.760 metros sobre el nivel del mar, se levantan con dirección al sur y
desafiando al tiempo y al olvido, las grandes ruinas de Duma-para, en una
extensa planicie que gradualmente desciende hasta la profunda y estrecha
quebrada de Rafqui, cruzada por el camino de Cuenca a Loja” (Talbot, s/f, p.
137) y a ocho kilómetros al sur de la cabecera cantonal de Nabón.
El camino de
Cuenca a Loja al que se refiere Talbot es
“el Camino Real nuevo que va para la
ciudad de Loja y otros lugares*” que
posiblemente fue abierto a raíz del traslado que se hizo del tambo de Casacono
a Nabún (Nabón) en 1618; al occidente de
las ruinas de Dumapara se encuentra el pueblo de Tamboviejo, antiguo tambo de
Casacono (Carrasco V., 2015, p. 74). *Expediente
promovido por Francisco Tapia, 1827, archivo privado del autor
Al parecer en el
siglo XVI la zona ubicada en el vértice de los ríos León y Chalcay era conocida
como Casacono – Casacuna: estar helando (Cordero, 1968, p. 14), según el
lingüista Francisco Lojano, en conversación con el autor, Casacono significaría la zona de transición entre las frías tierras
de Nabón y las cálidas de la
“caldera u hoyada de Uduzhapa”, como
denominaban en la colonia a esta última, situada entre los tambos de Casacono y
Oña, en donde Talbot ubicara en 1921 en
la loma llamada Ingapirca, entre muchas ruinas, dos preciosos edificios
incásicos, como para reafirmar la importancia histórica de Dumapara, enmarcada
en la subregión de Casacono, cuyo nombre
se ha perdido para la historia.
Cabe
indicar que estudios realizados por Antonio Fresco y Jaime Idrovo (Fresco, citado por Idrovo, 2015, p. 44), confieren a
Dumapara el carácter de tambo incásico como parte del Capagñan, al que también
se ha referido Guamán Poma de Ayala con el nombre de Casacuna o Casacono. Sin
embargo, en nuestras referencias documentales hemos encontrado lo siguiente en
alusión al tambo colonial de Casacono: “Xavier
Quiroga, testigo en el expediente promovido por
Francisco Tapia contra Sebastián Serrano y Argudo por los linderos entre
Tambo Viejo y Dumapara (1827), dijo “que sabe el declarante de que el camino
real antiguo fue por el centro de Tambo Viejo y que pasaba por delante de la
casa del finado Basilio Salazar y caminando una poca distancia para atrás,
estaba la casa del tambo que servía para hospicio de todos los caminantes para
la ciudad de Loxa y otros lugares”.[1]
En el mismo
expediente encontramos la declaración de Juan Manuel Quezada – blanco de edad
de más de setenta años- quien “A la
quinta dijo que así mismo es cierto que el Capitán don Antonio Coronel de Mora*,
como dueño de la hacienda de Paso y de los sitios de Dumapara, había tenido su
quesera de ganado vacuno y corral; que aunque el testigo no alcanzó en aquel tiempo,
pero que el finado don Mariano Coronel de Mora, a quien le conoció, que éste
como hijo legítimo del antes dicho don Antonio, permaneció bastante tiempo con
dicha quesera; y el hijo de dicho don Mariano, nombrado don Pedro Coronel de
Mora, destruyó y alzó dicha quesera; que
tanto el ganado vacuno, como el yeguno de los expresados Coroneles se mantenían
en dichos sitios de Dumapara, como igualmente en los de Tamboviejo por haber
estado en aquel tiempo en verbo (sic) sitio, sin que se siembre cosa alguna y
bajo el cuidado de los indígenas de cuenta*.
Juan Julián
Mendieta- blanco de edad de más de setenta años- dice “que ha visto con sus propios ojos
existir hasta la fecha alguna parte del corral donde dicen se encerraba el
ganado de dicho Coronel”. En efecto, en el Plano 1 Tambo de Dumapara de Antonio Fresco
reproducido por Hocquenghem, al Occidente de los vestigios se observa una
construcción indeterminada a la que el arqueólogo ha señalado como corrales? –pp 31 de la Red vial incásica en el Sur del
Ecuador-
*Expediente
promovido por Francisco Tapia contra Sebastián Serrano y Argudo por linderos
entre Tambo Viejo y Dumapara, 1827, Archivo privado del autor. Hemos
actualizado la ortografía del texto transcrito.
* Sobre el Capitán Antonio Coronel de Mora
y Seballos (sic) ver, M Carrasco V. El
Paso una hacienda tradicional en el Centro Sur del Ecuador, en A la sombra de
Clío, pp 89, 2015
En la sexta
pregunta el testigo afirma que “por boca de su finada tía Gregoria Quezada y de
otros muchos más ha oído que el Camino Real Antiguo era por el centro de
Tamboviejo, en donde había una casa de tambo para el alojamiento de los correos
y pasajeros, y que el Camino Real que hoy se halla es de pocos años a esta
parte; respecto al antiguo, que así mismo ha oído el declarante por voz común de
que al centro de Tamboviejo hay vestigios hasta la fecha de haber habido unos
paredones del Inca, inmediato a la casa del indígena Bacilio Salazar a más de
los paredones que existen en los sitios de Dumapara*” Expediente promovido por Francisco Tapia
contra Sebastián Serrano y Argudo por linderos entre Tambo Viejo y Dumapara,
1827, Archivo privado del autor.
De acuerdo a esta
declaración y a las de otros testigos que comparecen en el proceso en la zona
se encontrarían dos sitios arqueológicos e históricos, el de Dumapara y el de
Tamboviejo, antiguo tambo de Casacono. Apoya nuestra presunción la merced de
tierras de Francisco Enríquez que la copiamos en extenso a fin de afirmar
nuestro criterio:
“En este cabildo dio petición Francisco
Enríquez por la cual pide e dice que por haber permanecido en esta ciudad ha
venido a ella y ha estado mucho tiempo de donde ha acudido y servido a su
Majestad en lo que por la justicia real le ha sido mandado en el socorro de la
Gobernación de Yaguarzongo e Pacamoros, y así está para acudir a servir como lo ha
hecho y para el sustento de su mujer e hijos tiene necesidad de tierras para
hacer su sementera, para lo cual pide se le haga merced de le recibir por
vecino de ella y hacerle merced de le proveer cincuenta y ocho cuadras de
tierra, media legua arriba de los Tambos
Reales de Casacono, que están hacia mano
izquierda así como vamos de esta ciudad para la de Loja, en el sitio que se dice Tumapara en unos
paredones del Inga que está sin perjuicio, y por los dichos señores visto el dicho
pedimento dijeron que en nombre de esta ciudad le recibían por vecino de ella y
le proveían treinta cuadras de tierras en la parte e lugar donde las pide con
que sea sin perjuicio de terceros y de los naturales, y mandaron que se le dé título de ellas, lo firmaron al pie de dicho cabildo”-Quinto
Libro de Cabildos 1579-1587. Versión del Dr. Juan Chacón Z. Archivo Histórico
Municipal (Cuenca). Xerox del Ecuador S. A. Cuenca 1983
* Para mejor comprensión del texto hemos
actualizado la ortografía y los signos de puntuación.
La primera
referencia documental que hemos encontrado sobre la zona consta de una merced
de tierras que el cabildo de Cuenca hace el 5 de mayo de 1572 a Antonio de
Sanmartín, de “cincuenta 8 quadras de tierra para sembrar entre Maribiña y
Casacona en un lugar llamado Nabuenpata, en unos paredones del Inga, subidos
los escalones del río de Casacono yendo a Loxa, a mano izquierda”[2]Este
trecho del Camino Real partía de “los Tambos Reales”, hoy Pumapungo, hacia el sur,
por la actual avenida Huayna Cápac, el puente Ingachaca-Vergel- rumbo a Loja;
el primer tambo documentado es el de Maribiña o Mariviña, cerca de Jima,
segundo el de Casacono* y tercero el de Oña. * Queda pendiente un estudio más amplio sobre el Tambo de Casacono y la
región así denominada entre los siglos XVI - XIX
Ahora bien, este
Nabuenpata podría ser la actual Dumapara
o un sitio cercano y el río Casacono el río León; si viajamos de norte a sur, a mano
izquierda del río León están los paredones del Inga, es decir, Dumapara.; hacia
1708 en una composición de tierras que hiciera el Depositario General de
Cuenca, don Pedro Coronel del Mora, al señalar los linderos del hato de El Paso
indica que en él caben “tres queseras llamadas Charqui, la una, la otra
Dumapara y la otra Zhingata” (Carrasco,
1998, p. 88). Es esta la primera
referencia documental que encontramos al
iniciar la investigación sobre la hacienda El Paso y sus tierras aledañas hacia
1998 sobre Dumapara, acaso denominada anteriormente como Nabuenpata, en la
subregión de Casacono, a la que hemos
agregado nuevas referencias documentales conforme avanzamos en nuestra tarea
historiográfica.
En síntesis, hemos
comentado la posesión de Espinoza sobre los territorios de la provincia incásica
de Tomebamba, levantada acaso sobre una situación cultural y territorial
preexistente entre los cañaris: Hatun-Cañar, Pumapungo, Molleturo y
Cañaribamba, mientras que Burgos Guevara, basado en cronistas señala:
Hatun-Cañar, Tomebamba y Cañaribamba. Nuestra reflexión va en el sentido de que
Cañaribamba, situada al suroccidente de la provincia del Azuay, tiene como
centro el valle de Yunguilla y los territorios occidentales hasta el Oro, por
lo que queda un vasto territorio presumiblemente cañari en torno a la subcuenca
del río León y sus afluentes cuyo centro podría girar en torno a Dumapara,
sea una ciudad, como plantea don
Francisco Talbot o un tambo incásico, como quieren Fresco e Idrovo Urigüen
porque abarca una extensa zona arqueológica e histórica aún no bien explorada y
conocida en la que habría mucho que investigar.
Para comenzar,
Talbot se plantea: “¿Ciudad? ¿En qué tiempo fue construida? ¿Quiénes la construyeron?
¿Cómo se llamaban sus moradores? ¿Fue anterior a la conquista de los incas? ¿Qué
hicieron los incas con ella? ¿La edificaron ellos? ¿Y entonces, por qué no ha
quedado siquiera la tradición? ¿Si construida por los incas, y llegados
inmediatamente los españoles, dónde las crónicas sobre esa gran ciudad?
Y ahí está
Dumapara, prácticamente un topónimo más del cantón Nabón porque acaso fueron
proféticas las palabras que escribió Talbot como epílogo de su artículo:
“Porque nada se ha de hacer ni conseguir, creo inútil recomendar al Gobierno y
a las sociedades científicas, la conservación y el estudio de esas ruinas. Por
eso no lo hago” (Talbot, s/f, p. 141).
¿CAÑARIS O
SITUMAS? Según la hipótesis de Glauco Torres Fernández de Córdova la
denominación arcaica fue Si-Duma, pero como las lenguas aborígenes no tienen
“d” por facilidad los cronistas la escribieron con “t”, por tanto, escribieron
situma en lugar de siduma; si quiere decir luna, según Calancha y duma, dominio
de, lo que vendría a ser dominio de la Luna, es decir, un pueblo que adoraba a
la luna, como lo han señalado algunos investigadores (Torres Fernández de
Córdova, 1982, p. 250).
¿Cuándo y cómo se cambió
de situma a cañari? La hipótesis trata de explicar, cuando Huayna Cápac arriba
a las tierras de Hatun-Cañar ante lo gélido de la temperatura exclama: cañari,
que podría decir, en esta tierra hace un frio que quema; en el quichua peruano
quemar campos o prender fuego se decía
canarini, mas como aquí se utiliza la ñ se conforma el verbo reflexivo
cañarini, con el que se habría apodado al pueblo en donde hacía un frío
que quema, siendo ésta una propuesta lingüística válida.
Luego, hay otras
interpretaciones: cañaris, utilizaban los incas para referirse a guardias;
conformaron las huestes de Huáscar; fueron con Túpac Yupanqui y luego con
Huayna Cápac, mitimaes llevados a diversas regiones del Perú. En una visita a
Cajamarca conocimos la comunidad de Porcón, que, según el guía turístico,
descendían de los mitmas cañaris encabezados por el curaca homónimo. Los
cañaris fueron ubicados por Huayna Cápac en el Cusco en el valle de Yucay y
otros lugares como grupos domésticos. (Burgos, 2003, p. 16).
Para terminar,
queremos reafirmar nuestra propuesta: al enfrentarnos a otras fuentes,
documentales y bibliográficas, podemos encontrarnos con “otra historia” como lo
que parece suceder con Dumapara, considerada por muchos como el tambo de
Casacono, cuando al parecer el asentamiento incásico se encontraba en el actual
Tamboviejo, unos pocos kilómetros al Occidente de las “míticas ruinas”; acaso
Dumapara fue la gran ciudad, posiblemente cañari, conocida por Talbot, que sobrevivió a la “quesara” colonial de los
Coronel de Mora y a la depredación de sus materiales iniciada a comienzos del
siglo XX.
Por otra parte,
hemos tratado de demostrar que los dominios del cacique don Luis Juca se extendieron más hacia el Sur
de Jima, los bolos y los cuyes, perfilando una nueva región de ocupación cañari
al margen de las conocidas Hatun-Cañar, Cañaribamba y Tomebamba; acaso su
influencia cultural se extendía a la actual provincia de Zamora, en donde por
lo menos identificamos Tutupali, topónimo cañari según Cordero Palacios.-pp.
322, El Quichua y el Cañari, 1981-
Queda aún mucho
por investigar en torno a Nabón, Dumapara, Casacono y otros sitios de valor
histórico y cultural cuya historia se pierde y confunde con la leyenda y
equivocadas interpretaciones.
Abril de 2015- junio de 2018
Fuentes:
Merced de Tierras
hecha a Antonio de San Martín, (5
de mayo de 1572, Archivo privado del autor).
Expediente
promovido por Francisco Tapia contra Sebastián Serrano y Argudo por linderos
entre Tambo Viejo y Dumapara (1826, Archivo privado
del autor).
Bibliografía:
Burgos, H. (2003). La
identidad del pueblo Cañari. Quito: Abya Yala.
Carrasco V., M. (2015). Nabuenpata, Nabún, Nabón. A la sombre de Clío. Cuenca: Cátedra
Editores.
Carrasco V., M. (2015). El Paso: una hacienda tradicional en la Sierra Centro-Sur del Ecuador.
A la sombre de Clío. Cuenca: Cátedra Editores.
Cordero C., Luis. (1968). Diccionario Quichua-Español. Español-Quichua. Cuenca: Universidad de Cuenca.
Cordero Palacios, O. (1981). El Quichua y el Cañari. Cuenca: Departamento de Difusión Cultural
de la Universidad de Cuenca.
Espinoza, L. (2010). Tomebamba la provincia inca. consultado en línea en: http://cuencacultural.blogspot.com
Hocquenghem, A. M. (2009). La red vial incaica en la región sur del Ecuador, consultado en
línea en:
http://www.hocquenghem-anne-marie.com
Idrovo, J. y Gomis, D. (2009). Historia de una región formada en el Austro del Ecuador y sus
conexiones con el norte el Perú. Quito: América Latina.
Idrovo, J. (2015). Dumapara.
Un sitio kañari-inka atravesado por el Qhapaqñan. Ciudad:
Editorial. Gráfica
Lituma. Cuenca
Talbot, Francisco. (s/f). Las ruinas de Duma-para” en
Octavio Sarmiento Abad, Cuenca y yo, tomo
IV. Cuenca: Editorial Amazonas.
Torres Fernández de Córdova, G. (1982). Diccionario
Kichua-Castellano. Cuenca: Casa de la
Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”, núcleo del Azuay.
[1] Expediente promovido por Francisco Tapia contra Sebastián Serrano y
Argudo por linderos entre Tambo Viejo y Dumapara, 1827, Archivo privado del
autor.
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