La castellanización de Cuenca de América y la
designación del Señor Alcalde como Embajador Especial ante la Santa Sede por la
canonización de Mariana de Jesús
Nuestra hermosa ciudad a través de los tiempos y en
consonancia con su entorno geográfico o de acuerdo a la genialidad de sus gentes, como se solía decir antaño, ha recibido diversos calificativos y
apelativos que han tratado de resaltar uno u otro aspecto. Así, Santa Ana de
los Cuatro Ríos, Atenas del Ecuador, Ciudad Castellana, Patrimonio Cultural de
la Humanidad, Cuenca de los Andes Santa Ana de las Aguas en fin….
Hacia la segunda mitad del siglo XX se inicia en Cuenca una corriente cultural que la
esbozamos, más a nivel de hipótesis, que en condición de verdad probada, que,
de alguna manera, se intenta sustituir,
-¿o acaso reforzar?-, el apelativo de
“Atenas del Ecuador” -¿provenía tal vez este apelativo del neoclasicismo
francés y no del clásico helénico?-, cognomento que tanto prestigio y lustre
diera a la urbe en alas del estro de
aquella generación de hombres y mujeres verdaderamente excepcional que existió
entre finales del siglo XIX y comienzos del subsiguiente, con el de “ Cuenca ciudad castellana”, en búsqueda de
las raíces ibéricas que acaso habían sido ensombrecidas por el afrancesamiento que tributó a Cuenca en
varios órdenes culturales entre 1860 y
1940, al decir de los autores de la “cité cuencana”.
A nuestro entender, todo comenzó o cristalizó lo que había sido un soñado
proyecto con una carta que desde Madrid dirige
Don Gerardo Martínez Espinoza al Señor Alcalde de
nuestra urbe en los siguientes términos:
“Madrid 29 de abril de 1950.- Señor Don Enrique Arízaga Toral, Alcalde de la ciudad de Cuenca. Ecuador.- Señor Alcalde:
de acuerdo con su deseo de intensificar las relaciones entre las ciudades
de Cuenca del Ecuador y la Cuenca de
España se ha servido UD. ordenar el envío de la réplica de las llaves de esa
ciudad para que sea entregada al Alcalde y Ayuntamiento conquenses en una
ceremonia solemne. Dicha réplica se encuentra ya en Madrid y estoy terminando
las tramitaciones de aduana para poder retirar las llaves y entregarlas al
Señor José Rumazo, Encargado de Negocios del Ecuador, quien representará
oficialmente a Vd. y al cabildo cuencano en los actos a realizarse
aproximadamente el 20 de mayo. Creo necesario y respetuosamente insinúo UD. dirigir una nota al Señor Rumazo
encomendándole esa misión y confirmando lo que personalmente le pidiera yo, en
dicha nota me permito solicitar a Vd. se me señale para acompañar al Señor
Encargado de negocios en la realización de su cometido, para que de esta manera
se pueda conjugar la acción que he realizado hasta ahora al respecto con la que
él llevará a cabo.”
“Hay mucho interés en el pueblo conquense –acota- y esperan retribuir el homenaje cuencano en
una forma que indudablemente llenará de satisfacción al Ayuntamiento y a la
ciudad de Cuenca del Ecuador”
Indica que el ayuntamiento conquense, en retribución al
homenaje cuencano realizará la entrega de algunos documentos originales de gran
importancia, retratos de los miembros de la Casa de Hurtado de Mendoza, objetos
procedentes de la casa solariega del Marqués de Cañete. Además, continúa, “se
señalará un edificio de importancia para convertirlo en la Casa de Cuenca del
Ecuador en donde se instalarán una biblioteca y un museo especialmente
dedicados a esa ciudad y se distinguirá con el nombre de ella una plaza o calle
de las principales conquenses” Finalmente, se deja constancia en las actas del cabildo cuencano,que que en Cuenca de España se constituirá un Comité para solemnizar la celebración del Cuarto Centenario de la ciudad de Cuenca del Ecuador, así como en la Cuenca Andina, según consta en acta de del 10 de abril de 1950 se dicta la ordenanza municipal que crea la Junta para la Celebración del IV Centenario de su fundación , ¡con siete años de anticipación!. Por ello y para la magna celebración, pensamos nosotros, se venía gestando la castellanización de Cuenca de América.
Mientras el Concejo Municipal y los ciudadanos
enfrentaban los grandes retos planteados
por la naturaleza a la urbe y buscaban y
daban soluciones a los acuciantes problemas de las circunstancias
sociales, la cotidiana y franciscana
vida de la ciudad continuaba su curso diríamos un tanto monótono y rutinario
Así, al finalizar el año de 1949, en diciembre, a puertas de las navidades, los miembros
del I. Concejo Municipal se enzarzan en una larga y casi bizantina discusión en torno
al permiso o licencia para que se instalen rifas en los portales del Parque
Calderón, vale decir, en la zona
céntrica y comercial.
El argumento por la negación se refería a los daños morales y económicos que el juego
infringía a adultos y jóvenes que
frecuentaban esos sitios y al aspecto pueblerino que presentaba la urbe en esos días, amén de la molestia que
significaba para los almacenes que
funcionaban en las tiendas de los
portales.
Con toda esa argumentación había para negarles de plano.
Sin embargo se impuso el criterio humanista y de conmiseración: los pobres
negociantes, se decía, estaban ya
endeudados en las “mercaderías” –generalmente cigarrillos- que les servían para
sus estaciónales actividades y en caso
de prohibirles no tendrían con qué cubrir sus deudas. Ante esta verdad de cuerpo entero que acaso podría
comprometer algunos mini financistas de
la localidad, se levantó la prohibición, por última vez se dijo, y volvió a escucharse el grito
de guerra de los ruleteros ¡me viro y me voy! al tiempo que hacían girar
las multicolores ruletas en búsqueda del número o la figura de la suerte
a la luz amarillenta de las petromax, mientras los apostadores veían esfumarse
uno tras otro sus escasos sucres envueltos en las blanquecinas volutas y entre el delicado aroma de los lukis strikes por que le habían puesto
el ayora a las Dolly Sisters, a las
hermanas Dione, a la Tongolele, al
Daniel Santos o uno de los Aguilar, famosas figuras del entonces famoso cine
mejicano. ¡Ocho, negro, ocho, la casa gana!,
anunciaba la aguardentosa voz del ruletero, émulo de cualquier personaje de la picaresca
castellana.
Ayer
como hoy, una de las principales
preocupaciones de la ciudadanía y de las autoridades era la vialidad. Hay el
temor en el Concejo Cantonal que el Ministerio de Obras Públicas abandone el
mantenimiento de la Carretera Panamericana, obra recién inaugurada, que
constituía el único vínculo con el norte del país y, en suma, con el Ecuador todo. Se plantean algunas soluciones: organizar un Consorcio de Consejos Provinciales y Concejos Municipales de nuestras provincias para cooperar con la Dirección de Obras Públicas, a la par que se propone crear un impuesto –peaje se dice ahora- sobre el tránsito, pero la ley vigente no lo permite por lo que se termina sugiriendo que el Señor Alcalde solicite mayores rentas para las carreteras en el Azuay, es decir que nos sentemos a esperar hasta el tiempo de las calendas griegas, es decir hasta hoy, cuando recién, tímidamente, empieza a cobrarse peaje en ciertas vías y se ha iniciado el tendido de pavimento rígido en algunas carreteras que cruzan el Azuay.
Para 1950 circulan en sus calles 100 automóviles y 400 camiones, para surtirles de gasolina se planea instalar
bombas de expendio en diversos sitios de la ciudad, a petición del Sindicato de
Chóferes a fin de evitar los abusos y extorsiones de los negociantes, dicen los
“trabajadores del volante”, quienes
padecen por la falta del combustible y la alteración de precios, en estas
condiciones el Municipio entraría a competir con los expendedores, como lo hace
también con los productos de primera necesidad a través de las Subsistencias
Municipales y la venta de diesel por parte de la Empresa de Luz y Fuerza Eléctrica con lo que
se ha controlado la especulación con los precios de estos artículos, al tiempo
que se discute en la Corporación la Ordenanza para Regular el Servicio de Buses
y otra para el control de venta de ganado, problemas que permanecen aún
latentes en nuestro medio pese a que trataron de ser controlados hace ya más de
medio siglo., como es y lo fue el alcoholismo callejero y de arrabal al que
trata de combatir el Señor Intendente de Policía del Azuay cuando solicita el
socorro municipal con el préstamo de camionetas para “recoger ebrios y
maleantes los días sábados y domingos”.
Finalmente, la Atenas, como solían decir los redactores
de “La Escoba”, ese periódico tremendo y tremendista, ocurrido y temido por pishquistas y demás
congéneres, que circuló precisamente en la década de los cincuenta, se apresta a celebrar las fiestas patrias de
la emancipación con la Exposición Agrícola e Industrial organizada por Don
Gabriel Cobos A. y Don Luís Arias A y la
sesión solemne de Ayuntamiento de Cuenca que celebra CXXX aniversario de la
independencia de las provincias azuayas.
Concurren a sesión
solemne el Señor Presidente de la República, Don Galo Plaza Lasso, los concejales del cantón, Los Senadores Dr.
Miguel Heredia C., Dr. Manuel Antonio Corral J. y Obdulio Serrano, los
diputados Guillermo Alarcón, Jorge A. Iliingworth y Dr. Daniel Córdova T., Doña Rosario Pallares de Plaza, la Srta.
María Plaza L..., el Gobernador del Azuay, Don Carlos Ordóñez A. el Jefe
Político del Cantón Don Humberto Ugalde C,
El Jefe de la Tercera Zona Militar,
el Presiente del H. Consejo Provincial, Dr. Luís Moreno Mora, el rector
de la Universidad de Cuenca, Dr. Carlos Cueva T., y otras autoridades y
personajes notables de la época.
Entonces como hoy el I. Concejo Cantonal de la ciudad, en
reconocimiento de los méritos intelectuales, del esforzado trabajo o de la
contribución al bienestar comunal entrega preseas en honor al mérito a Doña
Elvira de Crespo Toral, la presea Virrey Hurtado de Mendoza, por su espíritu altamente filantrópico y de
manera especial por haber donado a
Cuenca las valiosas condecoraciones que pertenecieron a su esposo, Dr. Remigio
Crespo Toral, enriqueciendo así el museo que lleva el nombre del ilustre
ciudadano.
La presea Municipalidad de Cuenca a Don Nicolás Crespo O.
por la constante defensa de los intereses azuayos durante el tiempo que ha
representado a estas provincias en el Instituto de Fomento y en especial por su
ayuda a la capitalización de la Empresa Eléctrica Miraflores.
La presea de industrias, Benigno Malo, a Tenería – Curtiembre- La Renaciente de la
sociedad Tosi-Molinari, De ornato a Don Guillermo Vázquez A, quien cede al Ing.
Federico Ordóñez. La presea de trabajo, Gaspar Sangurima, a Don Luis Chicaiza.
Además se confieren varios premios a estudiantes universitarios
conferidos por la Casa de la Cultura Ecuatoriana de Cuenca y a estudiantes del
Colegio Benigno Malo, a nombre de quienes agradece la distinción el Señor Luís
Monsalve O.
En el mismo mes de noviembre la Ilustre Municipalidad de
Cuenca “comisiona al Señor Alcalde para que asista a los actos de coronación de
la Santísima Virgen María Auxiliadora,
autorizándose para que su nombre conste
en la tarjeta que se depositará a los pies de la Virgen”
En sesión del 30 de noviembre de 1950, declárese concluidas
las labores de 1949-1950.
Cuenca, abril 7 de 2008
Fuentes
Libro de Actas del Ilustre Concejo desde el 23 de noviembre de 1949, hasta el 14 de diciembre de 1950 y las que son citadas en el texto.
Libro de Actas del Ilustre Concejo desde el 23 de noviembre de 1949, hasta el 14 de diciembre de 1950 y las que son citadas en el texto.
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