martes, 5 de junio de 2012

CRÓNICAS PARA LA HISTORIA DE CUENCA II

 La ciudad y el río
“Formidable creciente del Tomebamba arrasó con 3 puentes urbanos”, es el  titular con el que  a grandes letras diario El Mercurio informaba  a la ciudadanía y al  país, el 4 de abril de 1950, sobre   la creciente que en  la noche anterior atemorizó a los habitantes de la recoleta ciudad.
Aguas aumentaron en forma jamás vista rebasando el cauce del río.  Terrorífico aluvión destruye varias propiedades y residencias ribereñas. Los daños causados calcúlanse en varios millones de sucres. Existe la posibilidad de que hayan víctimas por la destrucción del puente de Todos Santos., son los  subtítulos que acompañan a la crónica principal, mientras que en otra nota se lee: Las aguas del Río Tomebamba se desbordan y arrasan populoso barrio de San Roque.
El diario de la ciudad dio a conocer la magnitud de la desgracia mediante la siguiente crónica:
“Nuestra pacífica ciudad fue estremecida el día de ayer por un desastre nunca registrado en la historia de Cuenca,  y nunca esperado tampoco,  dada la especial ubicación de la urbe y las condiciones naturales excepcionales de los alrededores. Con todo,  el día de ayer, fatal,  y que dejará doloroso recuerdo en la memoria, no solamente de todos los cuencanos sino del país todo, la naturaleza estuvo contra nosotros y desató su furia acrecentando el caudal de agua del río Tomebamba hasta el punto de salirse de madre y arrasar con todo lo que encontró a su paso en las riberas. Un aluvión que dejará huellas imperecederas se desató desde la siete de la noche, más o menos,  luego de haber llovido fuertemente casi toda la tarde,  especialmente en las alturas del Cajas. El antes hondo cauce del Tomebamba apenas fue pequeño canal para dar cabida a los miles de toneladas de agua que  corría por segundo;  de este modo las turbulentas aguas rebasando las orillas llegaron  a anegar toda la extensión de la Avenida Tres de Noviembre,  por un lado,  y al norte,  la avenida 12 de Abril, lo mismo que los terrenos de la orilla opuesta, arrasando desde luego con todas las  propiedades ubicadas en sus inmediaciones”.
Para completar la información con titulares como :  El anuncio de la terrible tragedia, Comienza el pánico en El Vado, Auxilios se piden de suma urgencia, Casas arrasadas en el sector de El Vado, Aquí no hubo pérdida de vidas, Primer puente que se destroza, Inundación de la casa del señor Serrano, Dos mujeres y una criatura salvadas, Lado sur de la ciudad aislado, Pudo haber víctimas al caer puente de Todos Santos, Caen edificios de este sector, Al fin otro puente y santuario que se van. Titulares  que procuraban dar cuenta de la tragedia que cambió en gran medida la historia urbana de la ciudad y el devenir futuro de sus gentes.
El 10 de abril se reúne el cabildo cuencano y lo primero que resuelve es dictar un acuerdo de gratitud y reconocimiento para con el Señor Alcalde por su magnífica actuación después de los trágicos sucesos acaecidos el 3 de ese mes.
Luego de la tragedia sus ediles, liderados por el Señor Arízaga Toral,  se dedicaron a planificar la reconstrucción de la zona afectada, a la par que  debieron atender las necesidades humanas de los damnificados para lo que se constituyó el “Comité  de Auxilios por el desastre del Tomebamba”, presidido por el Señor  Vicepresidente del Concejo Municipal que levantó un padrón de los damnificados, a quienes se les proporcionó una tarjeta de racionamiento a fin de que retiren víveres en los Almacenes de Subsistencias Municipales, a la par que se gestionara ante el Señor Presidente de la República para que el Banco Nacional de Fomento conceda a los damnificados de pocos recursos créditos con facilidades a fin de que puedan reconstruir sus viviendas.
En primera instancia se discutió y aprobó el  “Proyecto de Ordenanza de Urbanización del río Tomebamba”,  a la par que se ponía en ejecución el “Plan de Obras  en el río Tomebamba”, al mismo tiempo que  se solicitaba al Ministerio de Obras Públicas la construcción del nuevo puente de El Vado como parte de la carretera Panamericana, disponiéndose se tienda un puente colgante provisional,  y se buscaba  el  sitio en el cual se levantaría  la Casa de Rastro (Camal)  arrasada por la creciente.
Estas ideas fueron concretadas en el “Programa de Inversión y Plan de Obras de Reconstrucción de las Zonas Afectadas por la creciente del río Tomebamba” que efectuará la Ilustre Municipalidad de Cuenca con los cinco millones de sucres producto de los bonos colocados por el Gobierno para tal objeto, de acuerdo con el Decreto Supremo Nº 741 de fecha 29 de IV-50 y el Reglamento para la inversión de dichos fondos de fecha 8 de mayo de 1950, calculándose que el total de costos ascendía a los doce millones y medio  de sucres.
Todo esto en base de un presupuesto especial para la  reconstrucción que se financia con un empréstito de 5 millones de sucres del Gobierno Central, destinados a las reconstrucción de las zonas desvastadas por la inundación, incluidas construcción y reparación de puentes, avenidas, Casa de Rastro,  expropiaciones, indemnizaciones, compra de materiales, herramientas, etc.
La dirección  técnica fue encargada  al  Ing. Jaroslav Jizba, contratado expresamente para el efecto, quien para junio presentó  los planos  para la defensa que debe hacerse en el río Tomebamba,  que fueron aprobados por la corporación edilicia.
Sin embargo, como un antecedente a las actuaciones del Ing. Jizba, es necesario indicar que el 13 de abril se reunió con el Señor Alcalde y los  concejales Dr. Gabriel Carrasco C y Señor Benigno Malo C. una comisión de ingenieros, integrada por Isauro Rodríguez, Víctor Tinoco, Luís Iturralde y Alfonso Cevallos quienes establecieron el siguiente plan de actividades en la cuenca del río Tomebamba:
-       debe  habilitarse el puente Miguel Moreno para el tráfico motorizado por la avenida Paucarbamba,
-       abrir una  avenida que, sin alterar el plano de  Gatto Sobral, corra detrás del Estadio Municipal a la avenida Doce de Abril, hasta la altura del puente Miguel Moreno y de éste  a la avenida Paucarbamba
-       trabajos en la avenida Huaynacàpac hasta la avenida Gonzáles Suárez,  a cargo del : equipo universitario, el grupo militar y el personal del ferrocarril de  Cuenca
-       habilitar la antigua avenida Velasco Ibarra (¿?), para unirla con la avenida Huaynacàpac.
-       habilitar el Puente de el Vergel para el tráfico motorizado a cargo del  Ing. Tinoco Chacón.

Recordemos que para entonces el hoy olvidado y semi destruido proyecto del Ferrocarril Sibambe-Cuenca era aún una obra  posible y largamente soñada por la morlaquía.
Además debían emprenderse las siguientes obras de defensa de la ciudad:
-       ampliación del lecho del río y  destrucción del muro en la parte occidental de El Vado, bajo  la responsabilidad del Comandante Julio Montalvo.
-       trabajos en la isla del Puente de El  Centenario con aprovechamiento del material para el relleno de la herida que el río ha causado en la avenida Tres de Noviembre, evitando que ese material se deposite en el mismo lecho.  El despeje de la isla del Puente del Centenario, lo realizará el Ing. Alfonso Cevallos con el  contingente de  voluntarios.
-       .levantar el Plano Topográfico del río Tomebamba, desde la confluencia del río Sayausí con el Cajas, hasta la confluencia del río Cuenca con el Yanuncay.
-       encauzamiento del río en la parte de la quinta del Sr. Viskosil y Sr. Cisneros, a cargo del Ing. .Luís  Iturralde.

A este  sector se le conoce hoy como “La Laguna” puesto que en él el Señor José Viskosil, un emigrante de origen checo afincado en Cuenca, en años posteriores al desastre construyó una cabaña y una laguna artificial para la diversión de la juventud de la época, a la que se concurría con especial entusiasmo  en   “tiempos de monas” como decían los redactores de La Escoba

El Ing. Jizba continuó y perfeccionó  este proyecto inicial   asistido técnicamente  por el concejal Señor  Benigno  Malo C., quien fue el encargado de  levantar el plano  topográfico del río y sus orillas, levantamiento topográfico al que colaboraron los ingeniero Marco T.  Erazo V y Jorge Tobar,  con el apoyo de los estudiantes de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Cuenca  -hoy Facultad de Ingeniería Civil-  entre el puente de Todos Santos –Puente Roto- y  El Inca –El Vergel- . El personal técnico y de trabajadores estaba conformado por   el  contingente  militar,   los  trabajadores  del Concejo,  los empleados  del ferrocarril,   los estudiantes y profesores  de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Cuenca.


En suma se emprendió en la reconstrucción de la zona afectada, a la vez que se aprovechó el desastre para continuar con la ampliación y mejoramiento de la ciudad,  para lo que se contó con el apoyo entusiasta de  los ciudadanos  y de los cuencanos  residentes en Quito y Guayaquil, por lo que se deja constancia del reconocimiento de la corporación  en las actas de sesiones de la I. Municipalidad.

Mas, no todo fue concordia, entusiasmo y colaboración  por la reconstrucción. Hubo que vencer determinados intereses y regateos, como el que presentaron los vecinos de la avenida 12 de Abril, entre el Vergel y el puente Miguel Moreno,  solucionar conflictos humanos surgidos entre un distinguido concejal, encargado de la obra,  y cierta familia que se creía perjudicada por la reconstrucción de la  vía en las  riveras del Tomebamba, o la disputa, que empañó por supuesto la lúcida actuación del  señor Alcalde cuando ofendió al  Director de Obras Públicas Municipales, acto que fue glosado  jocosamente por los periodistas  de “La Escoba”, cuando en su parodia Telegrama Oficial al río Tomebamba escribieron:   “molestaste al Bombero, lo mismo que al Alcalde / y aguantó el Ingeniero, casi,  casi de balde!”
Y debe haber habido algún o algunos vivos criollos, que trataron de aprovecharse de la situación, por lo que fueron satirizados por los mismos redactores del indicado semanario en su  “El damnificado pishquista”, sabiendo que este término se aplicaba al avivato criollo.
Al parecer hubo ciertas resistencias y reparos por las obras de reconstrucción del río Tomebamba y la Ilustre Municipalidad tuvo que tomar medidas severas como aquella de declarar  de utilidad pública los terrenos ribereños   que sean necesarios para las obras de reconstrucción y expropiar los terrenos aledaños al río  comprendidos  entre la confluencia del Sayausí y el Tomebamba y de éste con el  Yanuncay, para lo que  se levantara una carta topográfica. Y, en previsión de algún conflicto legal  se encarga al Procurador Síndico que  vuelva a estudiar lo referente a los terrenos de El Ejido que fueron redimidos a comienzos de siglo, por que - dicen los cabildantes-  no debemos permitir que se conculquen los derechos municipales, puesto que existen ordenanzas al respecto y, además, se debe revisar  las declaraciones de los compradores de esos terrenos en las respectivas escrituras, que suponemos estaban sujetas a ciertas condiciones favorables al bien común, a la par que se recomienda el  estudio  la Ley de Caminos a fin de que el funcionario  presente un informe completo sobre el asunto.
Se ensanchó el cauce del río, se profundizó su lecho, se cegaron los múltiples molinos y acequias que irrigaban las quintas y campiñas aledañas a sus riveras de tal manera que a partir de la realización y culminación de estas obras de reconstrucción de las riberas del río Tomebamba  no se volvería a registrar en la cuenca de este hermoso pero impetuoso río  una creciente que haya causado tanto daño como la de aquel fatídico 3 de abril de 1950, de tal manera que hoy podemos decir que la técnica pudo más que las pontifícales manos del Obispo Carrión y Marfil  que cristianaron al bravo río con el nombre de Julián Matadero, signándole con la Cruz, en nombre del Padre,  del Hijo y del Espíritu Santo, según nos narra don Víctor Manuel  Albornoz C.
La tragedia golpeó  con rudeza las existencias y las conciencias de las generaciones que la vivieron. Así, don Octavio Sarmiento Abad en uno de los volúmenes de su “Cuenca y yo” dejó para la posteridad memoria del suceso al escribir:
“Solamente al día siguiente se supo la magnitud del desastre: la destrucción total de la capilla de Santa María de El Vergel; la desaparición de catorce puentes, entre ellos los del Vado y Todos Santos – hoy Puente Roto-  ambos de la época colonial; la muerte de tres personas, la desaparición de la Avenida Doce de Abril en toda su extensión; el derrumbe de varias casas cerca del centro parroquial de San Roque; la desaparición del islote que quedaba junto al puente del Centenario; sitio qué un día insinuaron algunos de que allí debía levantarse el edificio de la Casa de la Cultura Núcleo de Cuenca, por ser un lugar poético y sobre todo por hallarse a las márgenes del Tomebamba, río al que habían cantado todos los trovadores morlacos y, un sin número de otras novedades más”
Al parecer el cronista de nuestra referencia recuerda con poca precisión la desaparición del islote cerca del  puente de El Centenario atribuyéndola al embate del río, sin embargo consta en las actas de la Ilustre municipalidad como una obra encargada al Ing. Alfonso Cevallos y al cuerpo de voluntarios.

”En el punto llamado “Tres Tiendas” –continúa el cronista-  el río se habla dividido en dos brazos, precipitándose el uno hacia El Ejido y el otro que continuaba corriendo por su mismo lecho, división que fue la salvación de la Casa de Ancianos y del Hospital San Vicente de Paúl porque cerca del islote, el río había abierto un gran boquerón de alguna extensión con dirección a esos dos establecimientos que, de no haber aminorado el caudal del agua por la circunstancia anotada, era un hecho que habrían desaparecido ambas instituciones arrastrando consigo a todos sus residentes: ancianos, enfermos, médicos y personal de empleados, dada la impetuosidad del río, porque materialmente no habrían contado con ningún auxilio toda vez que los únicos puentes con que contaba Cuenca eran,  el  del Centenario que se encontraba en peligro de irse en el río, al extremo de que ya habían prohibido hasta el paso de peatones y el puente de madera llamado Mariano Moreno (Escalinata) pasadizo por demás estrecho que también se encontraba maltrecho”.

”Francamente que fue un milagro que el río se dividiera en dos brazos, precisamente cuando la violencia de la corriente ya se dirigía hacia esas dos casas de Beneficencia, que de haberse consumado, hubiera sido la catástrofe más grande registrada en Cuenca, la ciudad de los cuatro ríos, cuyo slogan tan cantado por todos, quizás habría hasta silenciado para siempre por no recordar esas dolorosos sucesos ocurridos a consecuencia de la creciente”.

”El brazo del río que se precipitó al Ejido, inundó la zona de San Roque y a su paso fue destruyendo todo lo que encontró, inclusive algunas casas cercanas al centro parroquial. Todos los habitantes de este sector apenas pudieron salvarse, dejando en sus habitaciones todas sus pertenencias, las mismas que el río se encargó esparcirlas por un lado y otro.
Un cambio total de la topografía”.



“El desbordamiento también sorprendió a muchos de los que se encontraban fuera de sus casas, entre ellos al artista cuencano don Rafael Carpio Abad cuando tranquilamente se dirigía a su domicilio, salvándose de ser arrastrado por la corriente gracias a que se habla abrazado de un poste de madera, teniendo que permanecer por algún tiempo en esa posición hasta que algunos vecinos pudieron salvarlo”.

”El día siguiente al recorrer la zona amagadas lo que más me sorprendió fue el cambio total de la topografía, 1ª desaparición de la capilla de Santa María de El Vergel y el Islote que quedaba cerca del puente del Centenario el ensanchamiento del lecho del río y la destrucción total de la avenida “Doce de Abril” en toda su extensión, esto es desde las “Tres tiendas” hasta “El Vergel”.

”Para demostrar la impetuosidad del río en aquella época basta relatar lo siguiente: cerca del puente del Vado existía una piedra de no menos de dos y medio metros de alto y un tanto redonda, a la que no había cómo trepar debido a su tamaño, pero los muchachos que a diario acudían a bañarse, con el transcurso del tiempo lograron hacer una serie de perforaciones con las mismas piedras del río, a manera de peldaño, con lo que consiguieron su objetivo. A pesar de su enorme peso sin embargo fue arrastrada sin que llegáramos a saber a dónde fue a parar. Este fenómeno registrado por primera vez en Cuenca, se cree que se debió al desbordamiento de algunas de las 150 y más lagunas  existentes en la zona del Cajas”.

”La muerte de un ciudadano ocurrió como sigue: a pesar de los gritos de que no se acerquen al puente de El Vado que se hallaba en inminente peligro de derrumbarse, este señor, desoyendo las advertencias trató de acercarse y cuándo se hallaba a unos cinco metros de distancia, el puente se fue al agua llevando consigo a ese curioso señor, cuyo cadáver solamente fe localizado a los tres días de la catástrofe”.

”El islote que quedaba cerca del puente llamado “Juana de Arco” reemplazado en l922 por el actual puente del Centenario. El islote tenía más o menos unos cuarenta metros de ancho por sesenta de largo”.

“Don Enrique Arízaga Toral que en esa época estaba al frente del Ayuntamiento tuvo que centuplicarse por resolver los problemas más urgentes del momento, puesto que la ciudad había quedado casi incomunicada, es decir, apenas con los puentes del Centenario y Mariano Moreno (escalinata). Ambos en inminente peligro de irse al agua. El gobierno presidido por don Galo Plaza Lasso tan luego como tuvo conocimiento de la catástrofe, remitió una cantidad de dinero para la construcción del actual puente de El Vado”.
Es necesario aclarar que el nombre de aquel puente era el de Juana de Oro y no como deja señalado don Octavio, equívoco que ha sido seguido por algunos cronistas de los diarios locales que cubrieron la construcción e inauguración de la moderna pasarela  o puente levantado a fin de facilitar el paso entre la Avenida 12 de Abril y la escalinata del Hotel Crespo que da acceso a la Calle Larga

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